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Hablamos con Jesús Cudeiro, psicólogo clínico de Santiago de Compostela

La luz de gas y la ley de hielo, dos tipos de abuso psicológico menos conocidos

Cómo identificarlos y qué hacer al respecto

  • 22 ene 2021 / 00:00
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Las relaciones humanas pueden ser muy complicadas, sobre todo cuando eres joven e intentas entender qué es el amor y cómo enfocar todos los sentimientos dentro de ti. La toxicidad es algo difícil de controlar y tiene orígenes muy diversos: puede salir de la frustración, de no saber comunicarse, de inseguridades, de una experiencia pasada traumática, o incluso de una mala educación. Sin embargo, esto no debe ser nunca motivo para no responsabilizarse de los actos de uno mismo.

Algunos de los comportamientos tóxicos más habituales en la pareja son los celos, la necesidad de control, las faltas de respeto... Sin embargo, en este artículo profundizaré en dos problemas que pueden llegar a convertirse en maltrato psicológico, y que, a pesar de estar bastante presentes en muchas parejas, resultan difíciles de identificar debido a su lenta evolución y al desconocimiento que existe. Contamos con Jesús Cudeiro, psicólogo sanitario, para profundizar al respecto.

La Luz de Gas o descalificación consiste en la manipulación de la percepción de la realidad del otro. La víctima desarrolla una sensación de irrealidad o despersonalización, en la que acaba no sabiendo lo que quiere o lo que piensa y simplemente se adapta a la voluntad y los pensamientos del maltratador.

Jesús nos cuenta que es más habitual dentro de la pareja, pero que puede darse en cualquier relación íntima, aunque en amistades y familiares es mucho menos frecuente y suele ser más difuso. Aparece sobre todo cuando una de las partes es dominante sobre la otra, ya que al fin y al cabo como casi todos los tipos de maltrato lo que se busca por parte de quien lo ejerce es tener el control. Algunos signos de que puedes estar sufriendo este tipo de abuso son:

- Nunca tendrás la razón y se te llevará la contraria tanto en opiniones como en sentimientos, sobre todo en discusiones pero también en temas irrelevantes.

- Te niega cosas que han ocurrido para no tener que justificarse o disculparse, pudiendo llegar a dar información falsa para hacerte dudar de tu memoria, percepción o cordura.

- Te dirá que “estás loca” o “perdiendo la cabeza”.

- Te hará sentir culpable de todas las malas situaciones y discusiones.

- Serás responsable cada vez que algo salga mal.

- Te mentirá sin ningún tipo de reparo.

Es muy importante conocer estos signos para poder identificarlos, Jesús nos cuenta que lo más importante, es que la víctima se oponga a esto y se muestre fuerte mentalmente, ya que mientras se permita que la otra persona tome control de esta forma, no lo dejará de hacer. Pero incluso aunque las señales sean pocas esto debe solucionarse lo antes posible, ya que cuanto más tiempo se lleve dentro de esta dinámica más costará salir.

Si se sufren estos comportamientos de una forma prolongada en el tiempo, acabarás por encerrarte cada vez más en la relación, por ello, aunque algunas de las señales pudieran parecer inofensivas, no deben pasarse por alto. Si sientes que tu pareja presenta este tipo de comportamientos debes decírselo lo antes posible y observar su reacción, si se muestra receptivo o por el contrario se ofende y se cierra en banda. A tu pareja siempre deben importarle tus sentimientos y preocupaciones.

La luz de gas y la ley de hielo, dos tipos de abuso psicológico menos conocidos

El término procede de la película Gaslight (1944) de George Cukor, donde un hombre trata de convencer a su mujer de que está loca mediante la manipulación su sentido de la realidad. En la actualidad el término se emplea en literatura clínica, utilizándose también el término “descalificación”.

Cartel de la película Gaslight (1944)
Cartel de la película Gaslight (1944)

La Ley de hielo tampoco es exclusiva de las parejas. Suelen presentar este comportamiento personas que presumen de tener mucho autocontrol y ser muy racionales. Consiste básicamente en ignorar a la otra persona tras un conflicto, fingiendo que no se le escucha, pasando por alto sus necesidades o peticiones, invisibilizándola, tratándola con indiferencia, frialdad y menospreciando sus sentimientos.

Aunque pueda parecer algo relativamente inofensivo, ignorar a alguien es faltarle al respeto, devaluarlo y en ocasiones anularlo; esto hace mucho daño a la persona sobre la que se aplica, llegando a causar una profunda tristeza, estrés emocional, traumas, angustia, incertidumbre e incluso efectos físicos.

Al igual que la Luz de Gas, este no tiene por qué ser un comportamiento llevado a cabo con malicia, en muchos casos se trata de una mala gestión de la comunicación unida a inseguridades y mecanismos de defensa. Pero, de nuevo, esto no quiere decir que no deba responsabilizarse, ya que es él quien decide adoptar este comportamiento para ejercer control (para que la víctima haga lo que el quiere o que cambie algún comportamiento) o a modo de castigo.

Jesús nos comenta que, tanto en el caso del Gaslight como en este, cuanto más tiempo se deje pasar, más grande se hará la espiral y más costará solucionarlo. Por ello, aunque algunas de las señales pudieran parecer inofensivas, no deben pasarse por alto ni permitirse. Si sientes que tu pareja, amigo o familiar presenta este tipo de comportamientos y no sabes cómo hacerle frente, la terapia puede ser muy útil para enseñarte a gestionarlo.

Pero entonces, ¿quién debe ir a terapia?

Bueno, Jesús nos cuenta que para la víctima, si no es capaz de imponerse a la situación, siempre va a ser lo mejor. Además en el caso de las personas que ejercen estos comportamientos, suele haber poca disposición y suelen ser poco receptivos, sin embargo aquí hace una distinción:

Existen dos tipos de maltratadores: los psicopáticos, que son muy inteligentes y hacen lo que hacen por puro egoísmo y porque consideran que salen beneficiados de ejercer el maltrato, en este caso no hay tratamiento posible, no van a mejorar y siempre van a reincidir. Por otro lado están los que lo hacen por inseguridad, porque no se saben relacionar de otra forma, tienen poco control sobre sus impulsos y/o no han tenido modelos sanos en los que apoyarse a lo largo de su vida, estos casos, si que suelen mejorar gracias a la terapia y suele ser muy útil para ellos.

Muchas veces, las peores facetas de las personas salen a flote con su entorno más cercano, y esto puede hacer mucho daño, ya sea a familia, amigos o pareja. Si somos conscientes de que tenemos algún comportamiento de este tipo, alguien nos lo llegara a señalar, o simplemente notamos que alguien cercano sufre por cómo nos comportamos con él/ella, en el caso de no ser capaces de corregirlo se debería dar una oportunidad a la terapia. Comportarse de una manera tóxica no solo daña a tu entorno minando tus relaciones, sino también a ti mismo.

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