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RUBÉN VARELA CALVIÑO / Doctor en Biología y profesor de la USC

“Ya se protege a animales de laboratorio del desarrollo de la diabetes”

Aunque es venezolano de nacimiento, puede decirse que es gallego al 100 %, concretamente de Rodeiro (Pontevedra). Licenciado en Biología por la USC, se doctoró en 1996. Es profesor en el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular desde 2003 y antes, investigador en el King´s College de Londres.

  • 09 may 2020 / 01:00
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¿Es todavía la diabetes una guerra difícil de ganar?

Muy difícil, hay que darse cuenta de que la primera referencia a esta enfermedad data de la época de los faraones y a día de hoy el único tratamiento, para la diabetes tipo 1, son los pinchazos de insulina. Esto no quiere decir que no se haya avanzado significativamente en el conocimiento de la enfermedad, así sabemos que algunos genes hacen que una persona esté más predispuesta a desarrollarla, se conocen algunas de las posibles razones por las cuales una persona acaba desarrollando síntomas. Sin embargo, la principal dificultad está en que no sabemos por qué el sistema inmunitario, el encargado de protegernos frente a los patógenos como puede ser el coronavirus, se confunde en un primer momento y termina viendo extrañas a las células que producen insulina en el páncreas, destruyéndolas.

Este desconocimiento hace que a día de hoy no sea posible identificar a aquellas personas con mayor riesgo para poder actuar mucho antes de que las células productoras de esa hormona tan importante sean completamente eliminadas.

En su caso, estudia la diabetes tipo I, que afecta principalmente a personas jóvenes, a las que no les queda más remedio que ser dependientes de la insulina. ¿Cuándo comenzó su investigación y qué motivó adentrarse en este trabajo?

Comencé cuando terminé mi tesis doctoral en la USC y me fui al King´s College de Londres a trabajar durante seis años en el laboratorio del profesor Mark Peakman, uno de los líderes mundiales en este tema. Me apasionaba la idea de identificar cuáles eran las dianas iniciales de la respuesta inmunitaria que en un paciente diabético termina por destruir las células que producen insulina. Allí nos dedicamos a investigar cuáles son las dianas de esa respuesta inmunitaria errónea, llegando a identificar algunas de las células del sistema que, probablemente, destruyen a esas células del páncreas. Pero además de esa idea básica, también me interesa mucho por la posibilidad de generar en el futuro esas mismas dianas como posibles vacunas que permitiesen modificar este error.

Con lo cual, el cuerpo reconoce como raras las células del páncreas que segrega el organismo. Es una enfermedad autoinmune. ¿Por qué no se puede acabar con ella al igual que se hace con el cáncer?

Efectivamente, la diabetes tipo 1 como la esclerosis múltiple o la artritis reumatoide, están dentro de lo que se consideran enfermedades cuyo origen está en el error que comete el sistema inmunitario al considerar células propias como extrañas y destruirlas. El problema es que una vez iniciada esa respuesta nuestro sistema genera una memoria y convencerlo de que las células que producen insulina no son extrañas es difícil. Eso es lo que por ejemplo se está buscando para un agente infeccioso como el coronavirus, estimular ese sistema de protección y que luego quede una memoria que nos permite responder mucho mejor y más rápido.

Sin embargo, en las enfermedades autoinmunes esa memoria juega en nuestra contra y lo que tratamos de hacer es reeducar al sistema, mostrándole esas mismas dianas pero de una forma que genere una memoria protectora, por decirlo de alguna manera sencilla.

Empezó a trabajar en Reino Unido. ¿Aprecia muchas diferencias entre los sistemas de investigación del país respecto a España?

Muchas, sobre todo a nivel de financiación. En el Reino Unido, además de la cantidad de recursos dedicados a la financiación de la I+D, existe una mayor variedad de fuentes de financiación. Además, la población en general tiene una visión muy positiva de los investigadores y de su trabajo. También está la flexibilidad y agilidad que tienen en muchos aspectos como por ejemplo a la hora de contratar gente, donde se prima más el qué sabes hacer y la originalidad de tus ideas que el título académico. Y no hay que olvidar a la industria farmacéutica, que es muy potente y aporta una gran cantidad de recursos a la I+D, algo que en España es mucho más modesto.

¿Qué posibilidades hay de que se descubra en la USC una vacuna o antídoto contra la diabetes?

La idea es aportar nuestro granito de arena para que esa posible vacuna se desarrolle. Ojalá la USC pudiese estar entre las instituciones que han contribuido al desarrollo de una cura para esta enfermedad, pero somos conscientes de nuestra capacidad en comparación, no ya con grupos internacionales, sino con grupos nacionales de máximo nivel.

Una de las consecuencias de la pandemia es que nos hemos dado cuenta de que hay que invertir mucho más en investigación. ¿Podría beneficiar al estudio?

Efectivamente, la pandemia ha hecho cambiar la percepción de la población en general de que la investigación es tremendamente útil para una sociedad. Si nos concentramos en el covid-19, desarrollar una vacuna y evaluar su efectividad en humanos, supone aportar financiación no solo ahora en esta situación de emergencia, sino desde mucho antes para que el país tenga una infraestructura científica y de personal que permita ese desarrollo, y eso es algo que no se hace en pocos meses. Ojalá esto lleve asociado que la sociedad exija que el dinero de nuestros impuestos financien cosas que la pandemia ha mostrado como importantes y, en algunos casos, absolutamente imprescindibles como la sanidad, la I+D y la educación.

Trabaja con M.ª José Alonso, una eminencia. ¿Podría hablarnos de la labor que están llevando a cabo? ¿Existe alguna ‘sorpresa’?

El curriculum de la profesora Alonso y su grupo habla por sí solo. Desde hace algunos años colaboramos con la idea de encontrar esa posible vacuna o remedio. A día de hoy ya tenemos resultados muy interesantes en animales de laboratorio que apuntan a la idea de que es posible modificar esa respuesta autoinmunitaria equivocada y proteger a los animales de desarrollar diabetes. Nos hemos encontrado con sorpresas agradables que esperamos comunicar pronto.

Además, me gustaría destacar que colaboramos también con otros grupos, como es el de la profesora África González, de la UVigo, con el que tenemos resultados muy interesantes acerca de cómo funcionan algunas de las células del sistema inmunitario de los pacientes diabéticos. Esta es la forma más eficaz para avanzar en el conocimiento, la colaboración entre grupos científicos.

Usted es profesor en la Facultad de Farmacia. ¿Cómo ve a las nuevas generaciones de alumnos?

A las recientes generaciones de alumnos de Farmacia los veo como profesionales sin Facultad, y sinceramente no veo cuándo terminará esta situación. Quería aprovechar esta ocasión para señalar que siendo la única Facultad de Farmacia del Sistema Universitario Galego -que atrae a numerosos estudiantes no solo de Galicia, sino de otras parte de España y del mundo- y que apareciendo entre los primeros puestos de muchas clasificaciones acerca de su docencia e investigación, no entiendo que se haya permitido que llegue al estado de deterioro y ruina en el que se encuentra actualmente, tiempo suficiente para que ya haya hoy una generación de farmacéuticos que se han formado de forma itinerante a través de distintas Facultades de la USC. A nivel de los alumnos, veo que llegan con un buen nivel formativo en general. Desde luego te encuentras de todo. Hoy apenas recurren a fuentes de información originales como los libros, lo que hace que al final sea el profesor la única fuente de conocimiento, y eso debería ser un aspecto a mejorar.

¿Cómo se siente como profesor en esta etapa? ¿Tiene herramientas suficientes para satisfacer las dudas de los estudiantes?

Es una buena pregunta. Al principio, me he sentido un poco raro enseñando a los alumnos de forma telemática, porque a mí la parte de contacto personal me parece importante. Se pierde con la formación a distancia, pero acabas acostumbrándote. Otra cosa es la parte técnica. La USC ha hecho un esfuerzo considerable para aportar las herramientas necesarias, tanto a docentes como alumnos.

En mi caso he tenido que aprender a marchas forzadas el funcionamiento de algunas de esas plataformas para poder continuar con la docencia. Con un poco de buena voluntad y esfuerzo por parte de todos hemos conseguido terminar el temario. Además, comenzando la semana que viene, los alumnos tienen programadas sesiones telemáticas para resolver cualquier duda que les plantee la asignatura. También, hemos sido flexibles a la hora de realizar los cuestionarios para evaluar los conocimientos, porque soy consciente de las posibles dificultades por las que pasamos estos días, como el hecho de que en casa no tenía un espacio concreto habilitado, o que al menos en mi caso la conexión a internet o incluso los ordenadores se comparten con mis hijos, que están siguiendo docencia telemática, y eso añade una dificultad extra a este tipo de docencia.


CIENTÍFICOS: HABITUADOS AL FALLO...

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Antes del éxito. Antes de empezar, examinas las hipótesis para asegurarte de que las pruebas confirmarán esa idea inicial, pero hay veces donde los resultados no salen como esperabas, y eso aunque desesperante, es también estimulante porque te obliga a pensar qué está ocurriendo. Si te gusta lo que haces y tienes pasión por hacerlo, estas piedras en el camino te ayudan a superarte. Claro está que en ocasiones tu idea inicial no era correcta o los resultados apuntan en direcciones opuestas a las esperadas. En esos casos no hablo de fracaso, sino evolución. Usando palabras que están de moda, podríamos decir que es una mezcla de resiliencia y pasión lo que te hace superar esos baches.

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