ENTREVISTA
Samanta Villar. Periodista

“Yo llegué a pensar que tenía fibromialgia y era de no dormir”

02 may 2021 / 01:00
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Fíjate en las descripciones de Twitter, todas son: madre, profesora... pero lo primero es madre. Yo resoplo y pienso: otra madre de estas”

Ella es Samanta Villar. Una madre que tiene claro que, antes que eso, es periodista, escritora, presentadora de televisión y, sobre todo, mujer.

Todos la conocemos por su faceta como periodista y, en especial, por sus programas docu-reality en Cuatro. Sin embargo, en 2016 su vida dio un giro de 360 grados con el nacimiento de sus dos hijos, Damià y Violeta. Con ellos, no solo descubrió lo que es “alucinar con la fascinación que le provocan sus hijos”, sino que fue consciente de que había una parte de la maternidad que nadie contaba.

Lo primero que quería saber es, ¿qué es para ti ser “mala madre”?

Para mí ser mala madre sería no estar presente para tus hijos, no darles seguridad, no darles amor, ser un mal ejemplo..., eso sería ser mala madre.

Esta pregunta y, más aún, en el Día de la Madre no tendría mucho sentido de no ser por el revuelo que se montó hace unos años alrededor de unas declaraciones que hiciste sobre la maternidad. En ellas decías que “habías perdido calidad de vida” y que “no eras más feliz después de tener a tus hijos de lo que era antes”. ¿Por qué crees que hubo tanto revuelo? ¿Crees que se malinterpretaron tus palabras?

Yo quise decir eso y elegí las palabras muy cuidadosamente. Nunca dije que fuera más infeliz que antes, porque no es verdad. Lo que digo es que no soy más feliz que antes, soy tan feliz como lo era antes. Que se pierde calidad de vida es incuestionable, en la maternidad no hay descanso. Mis hijos no durmieron una noche entera hasta los tres años. Después de todo esto, ¿crees que mantienes la calidad de vida de antes? (risas).

Después de esas declaraciones cayeron sobre ti palabras muy feas como: basura, qué ascazo das, injusticia que mujeres como tú sean madres... Hablaste con mucha firmeza del tema, pero, ¿interiormente te has sentido mala madre alguna vez por culpa de las críticas?

Cuando tú estás convencida de que lo que dices es una obviedad... es como si me dices que el cielo no es azul ¿qué te voy a argumentar en contra? Me he sentido mala madre cuando he tomado una decisión con mis hijos y he visto que no era acertada. Pero porque me digan que soy mala madre no. Yo he tenido dos bebés al mismo tiempo, me he tirado tres años sin dormir, he adaptado programas para estar más en casa... ¿me van a decir a mí que soy mala madre? ¿de dónde ha salido esta locura?

¿Crees que existe una presión excesiva sobre la mujer en relación con la maternidad?

Las mujeres tenemos esa presión de que, hasta que no eres madre, no sabes lo que es la felicidad plena. Yo estoy totalmente en desacuerdo con eso. Era rotundamente feliz antes de tener hijos y lo sigo siendo después de tenerlos. Me parece indignante que la mujer, en su peor momento, tenga que sonreír y decir ‘qué feliz soy’. Es muy fuerte, ¡no nos dejan ni quejarnos! Pero, hay que decir que esta sociedad está sostenida por muchas mujeres. Ellas fueron las que me criticaron.

Casi todas las parejas acaban teniendo hijos, aunque solo sea por presión social. ¿Por qué no se ve a ninguna de estas familias al límite?

Es un gota a gota, no es un límite. No te imaginas a una familia, de repente, sacando los cuchillos. Lo que tú ves es un momento y no te parece tan extremo. Pero, cuando todos los días tienes que hacer esto, llega un momento que dices ‘señores no puedo más’. Yo llegué a pensar que tenía fibromialgia y era de no dormir. Puedes tener niños superobedientes, pero yo creo que eso es el 5 %. Yo tengo uno que es un santo y otra que es medio terrorista, al menos se compensan.

¿Crees que el sufrimiento ha merecido la pena a nivel social? ¿Hacía falta alguien que rompiera con este tabú?

Nunca fue mi objetivo marcar un antes y un después en el discurso de la maternidad de este país, pero inconscientemente lo hice. Estoy muy feliz de que haya ayudado a tantas mujeres. Todo lo bueno que nos han contado de la maternidad es así, lo único malo era que faltaba la otra parte. Hay días que te preguntas ¿quién me habrá mandado a mí meterme aquí con lo fácil que era mi vida antes?

Háblame un poco sobre ellos, ¿qué tipo de madre es Samanta Villar y en qué clase de personas aspira a que se conviertan sus hijos?

Me gusta como soy como madre. Soy muy cariñosa, pero me gusta que sean independientes. Soy como mi madre ha sido conmigo. Ella me dejó total libertad para hacer aquello en lo que creía, aunque estuvo un paso por detrás con los brazos abiertos por si me caía. Así soy yo, me gusta acompañarles pero sin ser invasiva.

¿Te da miedo lo que puedan pensar el día que vean esas declaraciones?

Cuando tú te sientes querido por tu madre y sientes la seguridad que te dan tus padres, entiendes ese discurso. Desde dentro, lo que ves es el amor y la dedicación. Pero, si das un paso hacia atrás, ves un sacrificio salvaje. Ver las cosas desde la objetividad no va a hacerles sentir menos querido.

Por último, el otro día estuviste en ‘Rocío: contar la verdad para seguir viva’. Siendo periodista, lanzaste un melón contra tu propio sector diciendo que había que cambiar algunas dinámicas de trabajo. Aseguraste que, un padre desprestigiando a la madre de sus hijos públicamente, siempre iba a perjudicar a los niños. ¿Crees, a día de hoy, que el menor está desprotegido en la prensa del corazón? ¿pueden, estas palabras, ser el final de tus intervenciones en este tipo de programas?

Creo que en el tema de la protección al menor hay un margen para mejorar. También creo que, la industria del corazón, ha cerrado los ojos a muy malas prácticas de las que han salido perjudicados muchos menores. Esta industria es de un poderío económico salvaje. Por eso lo único que la va a frenar son las leyes. Las consideraciones éticas, cuando tienes en frente el Ibex 35, no existen. Por eso, claro que me van a volver a invitar. Ya he recibido dos llamadas. Yo no represento nada, solo les doy audiencia.

Ella lo tiene claro, ver el sacrificio que supone la maternidad no la va a convertir en mala madre. Así que, con esta seguridad, Samanta disfrutará del Día de la Madre y de sus hijos con el deseo de que en unos años ambos digan: “mi madre me quería mucho”.

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