Viaje a Pekín

Borrell admite que la confianza entre Europa y China está "erosionada" e insta a "trabajar para recuperarla"

Lo ha aclarado el máximo representante diplomático de la Unión Europea, asumiendo que la economía y la geopolítica han arruinado la sintonía entre estas viejas civilizaciones

Josep Borrell, Alto Representante de Política Exterior de la UE, durante una visita a Pekín

Josep Borrell, Alto Representante de Política Exterior de la UE, durante una visita a Pekín / Johannes Neudecker

Adrián Foncillas

Pekín y Bruselas necesitan recuperar la confianza mutua. Lo ha aclarado Josep Borrell, máximo representante diplomático de la Unión Europea, asumiendo que la economía y la geopolítica han arruinado la sintonía entre dos viejas civilizaciones y potencias presentes de las que depende la armonía global. Con su visita a China, largamente esperada, ambas partes aspiran a superar el miedo recíproco y alinear sus caminos a pesar de sus divergentes concepciones del mundo. El conflicto de Oriente Próximo las ha vuelto a subrayar.

"La confianza es capital en cualquier relación humana y la confianza mutua ha quedado erosionada. Tenemos que trabajar para recuperarla porque no regresará de forma milagrosa", ha afirmado Borrell este viernes en la Universidad de Pekín. Muchos asuntos separan a Europa de China pero ninguno más que la guerra de Ucrania. La ayuda tenaz de la primera a Ucrania contrasta con la neutralidad de la segunda. Borrell ha admitido que China no ha prestado ningún auxilio militar a Rusia, una posibilidad que ha aireado Washington repetidamente, pero le ha solicitado que detenga el conflicto. "No le pedimos que adopte nuestra postura sobre la guerra pero sí consideramos esencial que se esfuerce más en convencer al pueblo de Ucrania de que no es una aliada de Rusia", ha añadido. A Bruselas le frustra tanto la cobertura diplomática china a Rusia tanto como a Pekín el desprecio europeo a su plan de paz.

A China le cuesta descifrar a Borrell tras alternar mensajes amistosos con referencias al inquietante nuevo orden global que pretende. En Pekín son recomendables los primeros. El diplomático europeo ha mostrado su admiración por el progreso de China. Un caso inédito en la historia, ha remachado. "China y la UE tenemos que trabajar juntos y dejar las diferencias al lado. Especialmente en este mundo en el que vivimos en que todos somos más dependientes pero en el que hay cada vez más conflictos (...) China no entiende por qué lo consideramos un rival sistémico. La mayoría de las veces es un socio pero también competimos. Una rivalidad pacífica no es hostil, simplemente implica el reconocimiento de las diferencias de nuestros respectivos sistemas políticos y económicos. Pero eso no nos impide colaborar", ha razonado.

A la tercera

Dos veces había sido cancelada su visita este año, primero por su positivo de covid y después por la destitución de Qin Gang, ministro de Exteriores. El político catalán ha aterrizado en Pekín en unas fechas delicadas. Por un lado, en plena crisis de Oriente Próximo, ante la cual China ha repetido la fórmula de Ucrania: reclamando su neutralidad, recordando el contexto histórico y culpando a Occidente del desaguisado. Es un flagrante contraste con el apoyo férreo de Bruselas y Washington a Israel y sus tozudas alusiones a

. Y, por el otro, tras la anunciada investigación europea de los subsidios chinos a los automóviles eléctricos. Del resultado dependerá que la UE castigue con aranceles a la principal potencia de un sector clave en la transición verde. No hay noticias de investigaciones a las generosas ayudas que concede Estados Unidos a la compra de vehículos eléctricos sólo si son autóctonos.

La guerra en Ucrania arruinó los esfuerzos de China por acercarse a Europa. El macroacuerdo de inversiones en el que invirtió años de pacientes negociaciones quedó en pausa y no hay expectativas de consumarlo. A Pekín le desespera que en Bruselas se impongan los alineados a la hostilidad de Washington frente a los que defienden una política europea independiente. Tranquilizar a China, que presenta a Europa como vasalla de Estados Unidos, se antoja indispensable. "Mi principal objetivo es convencer a mis interlocutores de que Europa se toma a China de forma seria y que carece de una agenda oculta para frenar su auge. Al mismo tiempo, también esperamos que China nos tome en serio y que deje de mirarnos a través de la lente de sus relaciones con otros. Nuestra conducta está dirigida por nuestros propios intereses", ha proclamado Borrell.

No será fácil vencer las suspicacias chinas. La prensa ha recibido con moderado optimismo al diplomático y aclarado que los roces de los dos últimos años podrían resolverse sin dificultad con un diálogo honesto. Pero un editorial del 'Global Times' también recuerda hoy que la intervención de Washington en la política europea "ha cruzado la línea y extiende su influencia en muchos aspectos".

"Muchos chinos creen que la autonomía estratégica europea es simple palabrería y que sus acciones hacia China siguen el liderazgo de Washington", asegura el rotativo. Enumera sus posturas hacia Xinjiang, Hong Kong y Taiwán. "Y sus medidas proteccionistas en comercio bajo el pretexto de una reducción de riesgo parecen una réplica de las políticas de Estados Unidos", concluye.