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“Desde el minuto 0, Salvamento Marítimo se puso manos a la obra movilizando recursos”

Santiago. “Éste ha sido un suceso muy doloroso para toda la comarca, en especial para los propios padres de los desaparecidos, al no haber hallado los cuerpos de sus hijos”, manifiesta el jefe de Salvamento Marítimo de Fisterra, Manuel Capeáns, encargado de coordinar las labores de búsqueda dependientes del Ministerio de Transportes y Movilidad.

En concreto, explica, “Salvamento Marítimo tiene la responsabilidad y es el que debe movilizar todos los medios y recursos disponibles, dirigirlos y coordinarlos, para maximizar las posibilidades de que un accidente en el mar tenga las menores consecuencias posibles, o ninguna”.

Así lo hicieron también en el caso de estos dos chicos desaparecidos, movilizando todo lo que estaba en su mano. “A nosotros nos llaman a las 21.30 horas desde la playa diciendo que tres personas que habían salido en kayak no habían vuelto”, relata Manuel Capeáns, que apunta que, “hasta ese momento, era toda la información que teníamos, no habían regresado y no sabíamos dónde estaban”. “La ausencia de noticias era total y dificultaba el rescate”, manifiesta.

Con todo, asegura que “es muy infrecuente que estos casos acaben en un desenlace dramático, a veces pasa, pero el porcentaje es del noventa por ciento de rescates efectivos frente a un diez que no aparecen”.

Desde el minuto 0, Salvamento Marítimo se puso manos a la obra movilizando todos los recursos. En concreto, tuvieron la “suerte”, tal y como explicó Manuel Capeáns al equipo de investigación de EL CORREO GALLEGO, de que “había un helicóptero en esos momentos en el aire en la zona de Corrubedo, por lo que ya se le llamó directamente, lo que permitió una actuación muy rápida y efectiva, rescatando a la única superviviente de este accidente en un tiempo récord: 35 minutos”.

A partir de ahí, con las declaraciones de la superviviente, Soraya Luaces, pudieron focalizar más la busca. “Por lo que declaró, uno de los chicos se había quedado en el medio de la ría de Muros-Noia y el otro se había ahogado en las inmediaciones de Cabeiro”, lo que nos permitió desplazar más medios a esa zona. “Eran las 21.30 horas cuando movilizamos nuestros barcos y helicópteros y continuamos con la búsqueda en los días posteriores, hasta 72 horas”, expresa al respecto el jefe de Salvamento Marítimo de Fisterra.

Soraya Luaces, tras ser rescatada, dijo que cuando se encontraban en el medio de la ría comenzó un fuerte viento que agitó el mar y ocasionó que el kayak en el que viajaban volcase. Uno de los chicos, Miguel, se quedó sumergido en medio de la ría, pero ella y Xabier se plantearon el poder llegar a las rocas de Cabeiro a nado. No les quedaba otra opción, así que, pese a que Soraya no lo veía claro, accedió. Fue la única que consiguió llegar; Xabier terminó ahogándose en la zona. Según sabemos por fuentes policiales, la capacidad natatoria de ninguno de los tres chicos estaba clara.

“Tras las seis primeras horas buscando, las posibilidades de que apareciesen con vida eran prácticamente nulas”, indica Capeáns, que explica que “existen unas tablas de supervivencia que, en función de la temperatura del agua y de si llevas chaleco, entre otros parámetros, te dan unas horas de supervivencia probable de los desaparecidos en el mar”. Con motivo de que el auga en Galicia está muy fría y que, en esos días, su temperatura era especialmente baja, entre los 14 y 15 grados, “la supervivencia máxima estimada de los chicos era de 6 horas”.

“Si los chicos se cayeron sobre las 20.00 horas del kayak, y a eso le sumamos 6, estaríamos en las 02.00 de la madrugada; a partir de ahí, era muy improbable el encontrarlos con vida”, asevera. Aún así, mantuvieron la búsqueda durante tres días: 72 horas en las que se realizaron pesquisas aéreas, marítimas y subacuáticas. Además, “este tipo de sucesos implican una sensibilidad añadida, van más allá de la técnica, porque también requieren arropar a las familias en su dolor; tienen un gran componente psicológico”.

Tras esas 72 horas, las posibilidades de encontrar a los chicos vivos se agotan y esos medios necesitan estar disponibles para otras emergencias. “Recibimos de media una emergencia diaria, en verano más, y los medios no son infinitos y deben ser correctamente administrados”, dice.

La labor de Salvamento Marítimo no es buscar cuerpos, sino tratar de rescatar a personas vivas, aunque en el momento en que encuentran un cuerpo o reciben llamada de que puede haber un fallecido en el mar, sí se movilizan para evacuarlo.

“Yo siempre les decía a los padres que los cuerpos iban a aparecer y me equivoqué”

Porto do Son. “Yo siempre les decía a los padres de los chicos que iban a aparecer, porque no teníamos ninguna referencia anterior de casos similares en que no apareciesen los cuerpos, y al final, me equivocaba yo”, recuerda apesadumbrado Emilio Queiruga, patrón mayor de la cofradía de pescadores de Porto do Son, que asegura que “es el primer caso que yo recuerde en el que no han aparecido”. Tanto él como otros voluntarios del mencionado pósito participaron activamente en las labores de búsqueda de Miguel y Xabier, porque “cuando hay una tragedia en el mar, siempre nos volcamos, muy implicados”, apunta.

Emilio fue el primero en encontrar el kayak en el que viajaban los dos jóvenes. “Al verlo, como además estaba dado la vuelta, boca arriba, se me pasó por la cabeza que alguno de los chicos podía estar allí”. Para él, era lo lógico y la experiencia que había tenido anteriormente en el 90 % de los casos en los que participó.

“Sentí una gran impotencia cuando terminaron las labores de búsqueda y no los encontramos”, admite el patrón mayor, que añade que “los padres de los chicos siempre se mostraron muy agradecidos”. El padre y la madre de Xabier “venían todos los días en la embarcación cuando salíamos por las tardes, y estaban destrozados; ya lo estábamos nosotros, así que imagínate ellos”.

Desde la cofradía de pescadores de Porto do Son ya han participado anteriormente en otras labores de rescate de supervivientes en la zona de Muros-Noia. En concreto, “participamos en la desaparición reciente de otro chico de Noia, uno de Porto do Son y uno en Caamaño”.

Su labor va más allá de las pesquisas visuales. Y es que, como apunta Emilio Queiruga, “también somos buceadores”, es decir, bucean para tratar de localizar los cuerpos bajo el mar. “Nunca se me olvidará ésto; fue algo muy fuerte”, sentencia.

20 sep 2020 / 01:00
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