BUENOS DÍAS Y BUENA SUERTE

Estrategias políticas antes de Navidad

José Miguel Giráldez

José Miguel Giráldez

TRAS la investidura de Sánchez, e incluso antes de ella, han empezado los encontronazos entre la izquierda y la derecha, y también dentro de la izquierda y de la derecha propiamente dichas, como si un caudal de rencores y desavenencias, reprimido en algunos casos, hubiera encontrado la espita definitiva para salir de golpe a la superficie. Lo cual podría definirse también como un ‘todos contra todos’, como una gran discordia amasándose en el horizonte inextricable. Se anuncia, o se teme, un aumento futurible de la tensión política. Futurible, sí, aunque me temo que ya está sucediendo. Lo cual no es muy buena noticia y suena un poco a pesadilla antes de Navidad.

Polarizar la polarización parecía imposible, pero ya les digo yo que se va a conseguir. Ya sé que hay críticos con el término: aseguran que lo de ‘polarizar’ es una etiqueta de moda, una cosa post-post, cuando, en realidad, lo que hay para ellos es debate y mucho debate, como debe ser en política. Si las izquierdas y las derechas no se tensionaran tan guapamente, arguyen, esto perdería fuelle y sustancia. Tal vez. Pero ocurre que la política no es, o no debería ser, un entretenimiento catódico. Ni siquiera va de las redes sociales, esa tierra pantanosa. La polarización es una estrategia de propaganda, bastante pueril tantas veces, y siempre inútil para el ciudadano. 

Pero en esas estamos. O con estos bueyes hemos de arar, por decirlo en términos agropecuarios. El parto de la legislatura ha sido tan abrupto y complejo, ha provocado tanta fricción (y ficción), que ya no se puede vivir como si tal cosa, parlamentariamente hablando. Y, al desgaste de materiales, que se da por supuesto, se añade la tensión estructural en las arquitecturas domésticas, lo que deriva en la ruptura de Vox con los Populares, signifique lo que signifique, y la de Podemos con Sumar, sea como despecho ante los no ministrables o como estrategia guapa para hacerse llave parlamentaria, y tocarle así un poco al gobierno los decretos.

Todo el mundo da por supuesto que encaramos una legislatura dura y de trincheras, pero de momento vamos cayendo hacia la blanca Navidad y tal, con reproches y discursos para la galería, que nada pasa hasta que haya que personarse en el escaño con el voto, cuando arrecie la amnistía, por ejemplo, y otros momentos invernales que anuncian augures y tertulianos de la cosa. 

Hay quien asegura que han aconsejado a Feijóo tensar la cuerda desde el principio, en lugar de andarse con melindres parlamentares. No es él de una escuela bronca, yo diría, pero los escribas, en viendo los cambios en las elites del partido, consideran que se prepara para una batalla cuerpo a cuerpo. Dirá Feijóo que ya Sánchez traía el ambiente crispado, con lo de Junts y eso, y que él simplemente se adapta, porque no puedes ir inerme a la bancada y siempre mejor bien cubierto ante las inclemencias. De ahí, digo yo, los nombramientos. Pero no estoy tan seguro de que tenga éxito una legislatura encabronada, con perdón, por mucho que vengan ya elecciones al galope. 

Una lectura más sutil anuncia que Feijóo, aunque se parapete ante Sánchez y su mayoría, muy plural, pero de momento estable, en realidad está reforzando el rostro más severo en la esperanza de hacerse con esa parte de Vox que necesita. Así se explicaría que la extrema derecha mantenga los acuerdos autonómicos con el PP, porque, una vez en el poder, nolite tangere, pero, a nivel nacional, prefiere dibujar inconformismo y desconfianza, clamando que hay ruptura, para subrayar así su perfil propio. 

Sea lo que fuere, todos parecen alterados por las incertidumbres en marcha. El caso es acertar con la postura. Sumar y Podemos tienen también su encontronazo, y no parece que Iglesias vaya a rendirse a una cierta irrelevancia. Pero Yolanda, ahora, se siente de verdad en la pomada y manejando las riendas. Sánchez se conforma con no descarrilar, ante la dificultad del itinerario, y quizás se guarda a Puente como paraguas, si la tormenta va a mayores cuando todo esto alcance velocidad de crucero.