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Al paso alegre de la paz progresista

    No hay que ser muy sagaz para barruntar lo que estaría pasando en España en la actualidad si en vez de Pedro Sánchez y sus socios de izquierda, representados cada vez más por una Yolanda Díaz entronizada como la reina del diálogo y la eficacia, estuviese gobernando la rancia derecha del PP. Y es que, debido a ciertos milagros de difícil comprensión, en nuestro país ya no parece existir la pobreza energética, todo ello a pesar de que tanto el coste de la electricidad y de los carburantes están en máximos históricos; los desahucios han dejado de ser un drama social de primera magnitud, aunque se siguen ejecutando al mismo ritmo que antes, y la mayoría de la gente parece vivir de una forma mucho más desahogada que hace apenas tres años pese a que la pandemia se llevó por delante miles de negocios y empleos. ¿Será todo ello gracias a la subida de 15 euros del salario mínimo interprofesional, obra de la ya citada Yolanda, eternamente adulada, o de ese sueldo social que solo ha llegado finalmente a un porcentaje ínfimo de los demandantes? Nadie lo sabe con certeza, pero lo cierto es que España es ahora un país menos crispado y más feliz que camina al paso alegre de la paz detrás de los tambores del nuevo progresismo. ¿Existe de verdad algún problema? Claro que sí, pero todos ellos son fruto de la herencia recibida por aquel gallego llamado Mariano Rajoy y están en camino de ser solucionados por un presidente mucho más social, comunicativo, empático, feminista, ecologista y solidario. El resultado es que las calles están más o menos tranquilas, ninguna organización hace llamadas para rodear el Congreso, ya casi nadie se manifiesta a favor de los españolitos devorados por la inflación -ayer mismo publicábamos que la subida de precios registrada en los últimos meses supone un gasto adicional de 900 euros anuales a una familia media- y muy pocos agitadores alzan la voz contra el desmantelamiento sistemático de la sanidad pública salvo, evidentemente, en las comunidades gobernadas por el Partido Popular. En estos tiempos de paz, prosperidad y sosiego social progresista, la Xunta de Galicia acaba de presentar unos presupuestos para 2022 que incrementan de una forma muy notable la inversión en Sanidad, tanto para equipamientos y personal como para la construcción o ampliación de centros de salud, entre los que se encuentra el hospital Clínico de Santiago. Pese a todo, ya verán, la oposición de aquí y de otros lares se empeñará hasta el hartazgo de seguir expandiendo el mantra de que el Partido Popular en general, y el PPdeG en particular, solo piensa en cerrar centros sanitarios. Contamina, que algo queda.

    25 oct 2021 / 01:00
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