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Aprendamos de Rahila

El desgarrador testimonio de Rahila Raya, una universitaria afgana refugiada en Galicia entrevistada en exclusiva por esta casa, es toda una invitación a la reflexión para los europeos. Leer su conmovedora historia, que ahora puede compartir sin miedo desde Santiago, supone el mejor reflejo de un sabio proverbio que desde esta parte del mundo deberíamos llevar grabado a fuego. Aquel que dice: “Aprende a valorar lo que tienes antes de que la vida te enseñe a valorar lo que perdiste”. Porque, como la experiencia de esta joven da fe, las libertades de las que disfrutamos en España y en la UE no son, ni mucho menos, la norma que rige en el conjunto del planeta. Que le pregunte, quien tenga dudas, a los millones de personas que viven bajo la bota del régimen talibán. Un yugo del que afortunadamente se salvó nuestra protagonista cuando, muerta de miedo, abandonó su hogar a apenas un cuatrimestre de terminar el grado de filología. Apasionada de la lectura y el arte, sus sueños y ganas de comerse el mundo se cayeron con el ascenso de los fundamentalistas islámicos al poder. Ni estudiar, ni pintar, ni ver cine eran ya una posibilidad para ella en un lugar donde, además de perder la libertad, ser mujer conlleva riesgos añadidos como el de ser raptada, violada, casada a la fuerza o incluso tiroteada en plena calle con total impunidad. Un infierno por culpa del radicalismo religioso donde la prioridad es sobrevivir. Ni las cosas más elementales aquí, como elegir la ropa o mostrar el rostro en público, están al alcance de una chica en Afganistán. Acosada, atemorizada y amenazada incluso por quienes antes eran compañeros de estudios y ahora ostentan el poder, la única posibilidad era dejarlo todo atrás y huir a otro país que también tiene sus problemas, pero en el que como confiesa a EL CORREO GALLEGO, por primera vez se siente “una persona libre”. Poca cosa, pensarán aquellos que nacieron y se educaron en una democracia constitucional, con separación de poderes, en la que se celebran elecciones cada cuatro años y donde se respetan los derechos humanos. Logros, todos ellos, que no cayeron del cielo y por los que muchas de las generaciones que nos precedieron tuvieron que luchar duro y que quienes vienen detrás tienen la obligación de respetar y cuidar. Aprendamos de la lección de Rahila para que nunca tengamos que echarlos de menos.

17 ago 2022 / 01:00
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