De la blanca Navidad al luto
El 24 de diciembre es tradicionalmente un día de alegría. Las casas se visten con adornos navideños, las familias, muchas veces separadas, se reúnen a cenar y la gran noticia suele estar en el discurso del rey. Esta vez, con la seria crisis política e institucional que vive España, las palabras del monarca, que no dejaron indiferente a nadie, estaban llamadas a ser el gran tema de conversación. Sin embargo, la vida es caprichosa y lo que en un segundo son risas y felicidad, al siguiente se convierten en llanto. Lágrimas provocadas este sábado 24 por el tremendo accidente de un autobús a su paso por Cerdedo–Cotobade, que se cobró seis víctimas mortales mientras otras dos personas pudieron ser rescatadas con vida. Un siniestro, que por desgracia pasa a engrosar una importante lista de tragedias en la carretera, especialmente cruel al haberse producido en fechas tan señaladas. La investigación, ya en manos de la Guardia Civil, determinará con exactitud las causas y dirimirá posibles responsabilidades, aunque todo apunta a que el impresionante aguacero que barrió el interior de la provincia de Pontevedra, con especial incidencia en la zona sur, puede tener mucho que ver en el desenlace. El conductor, a quien siempre apuntan las miradas, dio negativo en el test de drogas y alcohol, una noticia positiva en medio de tamaña desgracia, pues al menos sabemos que no era, en principio, ningún irresponsable. Con todo, pendientes de lo que dictaminen los peritos, este drama debe al menos servir de lección sobre lo que realmente es importante. Cuestiones que copan habitualmente portadas e informativos como la renovación del Consejo General del Poder Judicial, la modificación de las mayorías para designar los magistrados del Tribunal Constitucional, la gresca en el Congreso o las campañas electorales palidecen al lado de acontecimientos tan siniestros. Este domingo, políticos de uno y otro signo, empezando por el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, o el titular del Gobierno central, Pedro Sánchez, aparcaron las siglas para unirse en lo verdaderamente trascendente: ofrecer el pésame, el consuelo y la solidaridad a las familias de los fallecidos que peor lo estén pasando. Ojalá esta actitud personal se traslade también algún día al entendimiento entre administraciones. Mientras, Galicia y España dejan la blanca Navidad para pasar a un sentido luto.