Demasiada legislación y muy confusa

EN ESPAÑA existe abundante legislación sobre la denominada acampada libre. De hecho hay tanta que al final la gente no se entera de nada, como suele pasar cuando la información es demasiado larga y, para colmo, peca de poco clara y precisa. Sobre el tema que nos ocupa existen leyes nacionales, directrices específicas de la Dirección General de Tráfico, más de una decena de normas autonómicas y un sinfín de ordenanzas municipales que suelen chocar con lo que afirma la legislación superior, por lo que el lío es monumental. Lo que está permitido aquí, diez kilómetros más allá está prohibido, o al revés. ¿Tan difícil sería unificar a nivel nacional, incluso europeo, la normativa referente a este asunto? Parece ser que sí. Y es que aquí nos ponen mucho los reinos de Taifas. En torno a lo que está ocurriendo en Compostela con los autocaravanistas, tanto Raxoi como quienes practican este tipo de turismo parecen tener razón... o todo lo contrario. Cada maestrillo exhibe su librillo y la confusión es absoluta, aunque el sentido común indica con claridad que dichos vehículos deberían estacionar o acampar –ojo, porque son dos conceptos diferentes y de ahí viene buena parte del lío– solo en los lugares habilitados al respecto. En Santiago hay uno espléndido en la zona de Salgueiriños y en absoluto queda a desmano del centro de la ciudad, como afirman los afectados, salvo que su pretensión sea dejar sus monturas en plena plaza del Obradoiro o a un tiro de piedra de A Quintana. En lo que sí tienen razón los viajeros rodantes es en lo poco acogedora que es el área de Salgueiriños al tratarse de una explanada de cemento en la que las zonas de sombra brillan por su ausencia. Con unos pocos miles de euros se resolvería el problema, así que solo falta saber a qué están esperando nuestros gobernantes.

BEATRIZ CASTRO/Periodista