Descanse en paz

Isabel Alejandra María (Londres 1926), hija del rey Jorge VI y de Isabel Bowles-Lyon, nació en el seno de la Casa Real del Reino Unido sin posibilidad remota de reinar. El hermano mayor de su padre, Eduardo VII, ascendió al trono tras la muerte de su abuelo. Sin embargo –representó el mayor escándalo de la época– tuvo que renunciar al trono porque prefirió contraer matrimonio con una plebella estadounidense, dos veces divorciada, Wallis Simpson, antepuso el amor a la que se convirtió en su esposa a la corona. Como consecuencia el padre de Isabel, Jorge VI, asumió el trono como tercer monarca de la Casa Windsor. Tras su fallecimiento en 1952, su hija se convirtió en reina de los siete países que componían la Mancomunidad de Naciones. Sólo contaba con veinticinco años de edad. En su historia hubo de todo, luces y sombras, annus horribilis y, también días de gloria. De su personalidad siempre destacaron su altísimo sentido del deber y devoción de una vida dedicada al servicio público y a la satisfacción de sus súbditos. Ha sido la reina que durante más tiempo gobernó lo que casi fue un imperio durante gran parte del siglo XX. Sufrió lo indecible con el doloroso episodio de la princesa Diana, esposa del hoy rey Carlos III, y superó penalidades sin cuento durante la amarga tragedia de la II Guerra Mundial. Fue un icono internacional, querida y respetada. Descanse en paz.