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Esperar lo mejor preparados para lo peor

La selección de rugby de Nueva Zelanda, conocida como los All Blacks, es famosa por bailar antes de cada partido una danza ancestral de guerra con la intención de intimidar a su rival. Una demostración de fuerza con profusión de gritos, gestos y golpes de pecho a cargo de superhombres de 1,90 y 130 kilos de peso capaz pintar el miedo en la cara al equipo de enfrente sin ni siquiera haber ido al choque una sola vez. Ritual marca de la casa muy similar al que interpreta Rusia en la frontera con Ucrania para que a la Unión Europea, y de paso a Estados Unidos, le tiemblen las rodillas ante la posibilidad de una confrontación si la Alianza Atlántica insiste en tomar posiciones en su patio trasero. Por ahora, el Kremlin, atento a la decisión norteamericana de poner en alerta elevada a 8.500 soldados, se mantiene en la coreografía amenazante pero sin golpear. Amagar y no dar, al igual que la OTAN, que avisa y avisa cuidándose de que no se vaya a escapar ningún dardo que Vladimir Putin interprete como el inicio de las hostilidades. El conflicto, de momento, permanece en stand by. Pero acabe estallando o no, una cosa está clara: tendrá repercusiones para nuestros bolsillos. La bolsa ya lo está pagando con un terremoto, mientras el escenario adverso agudiza el temor a que el precio del petróleo, del gas y de las materias primas se descontrole, echando más leña al fuego de la inflación, lo que obligaría a los bancos centrales a endurecer la política monetaria. Un horizonte de nubarrones en puertas de la primavera con un Gobierno de España cercado por las malas noticias. Ridiculizado por Joe Biden, que dejó fuera a Pedro Sánchez de la cumbre de líderes para coordinar la situación después de que el presidente español presumiese en las redes sociales de hablar por teléfono con quienes mueven los hilos, el Ejecutivo ni siquiera es capaz de fijar una posición común entre el sector socialista y el de Podemos. Y para colmo, el FMI arrojó un nuevo jarro de agua fría sobre las previsiones para 2022, con un drástico tajazo al crecimiento del PIB estimado por La Moncloa. Con estas cartas conviene prepararse para lo peor y rezar para que la diplomacia, la evolución de la covid y el IPC acompañen y hagan de 2022 un año un poco mejor.

26 ene 2022 / 01:00
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