Gaiás: ¿cuánto cuesta la belleza?

cuando hablamos del dineral que ha sido necesario invertir para levantar la Cidade de la Cultura, en torno a trescientos millones de euros, quizá deberíamos preguntarnos también cuánto cuesta la belleza y qué rentabilidad aporta a las ciudades que apuestan por ella. Más que nada porque hablar de cifras frías no aporta nada a un debate en el que entran un sinfín de variables ajenas a las puramente económicas. Lo cierto es que el complejo construido por Peter Eisenman en el monte Gaiás acaba de cumplir sus primeros diez años de vida y todavía hay mucha gente empeñada en cuestionar si fue una obra oportuna y si Galicia se pudo permitir dicho “derroche”. La corriente crítica, alimentada básicamente por quienes no pierden ocasión de meter cizaña contra los supuestos delirios faraónicos de la Administración Fraga, también continúa afirmando que ese dinero se tendría que haber invertido en proyectos más necesarios y rentables para la comunidad autónoma, aunque suelen perderse en laberintos muy etéreos a la hora de concretar sus ideas. Mientras tanto, otros responsables públicos parece sentirse obligados a justificar constantemente la genial construcción alzada en el Gaiás por uno de los arquitectos más innovadores del mundo con nuevos torrentes de datos asépticos y basados únicamente en la utilidad. Pretenden, así, demostrar que la Cidade da Cultura es necesaria por el número de exposiciones, conciertos y actos de todo tipo que acoge, además de por el alto número de personas que han convertido dichas instalaciones en su lugar habitual de trabajo. Todo eso está muy bien, pero para valorar realmente el coste y la utilidad del Gaiás lo primero que hay que hacer es contemplar sus formas onduladas desde la distancia, y preferiblemente de noche. Y preguntarse, entonces, ¿cuánto cuesta la belleza?

BEATRIZ CASTRO/Periodista