Turistas y peregrinos en el Camino de Santiago

de un tiempo a esta parte, y quizá avivado por los buenos datos que arroja el Camino de Santiago en peregrinaciones, está más presente que nunca el debate entre turistas y peregrinos, es decir, entre quienes recorren las Rutas Jacobeas por su valor religioso o quienes simplemente lo hacen como parte de una experiencia de viaje. Sin embargo, yo creo firmemente que es un debate vacío y sin sentido, porque ambos pueden ir de la mano perfectamente.

En realidad, me atrevería a decir que la experiencia del Camino, aún con su evidente origen y connotación religiosa, especialmente en este Año Santo, es fundamentalmente espiritual, y a partir de ahí, habrá quien lo viva con una profundo sentimiento de fe, y quien lo haga desprovisto de ella.

De lo que estoy segura es de que quién lo haga así, encontrará en él ese momento de encuentro con uno mismo y con los demás que le llevará a reflexionar y a compartir, y le ayudará a que sea una experiencia enriquecedora más allá de la propia naturaleza, del paisaje y del viaje en sí.

Por otro lado, turismo y religión se dan la mano más a menudo de lo que pudiera parecer. Y prueba de ello es el Congreso de Turismo Pastoral que se está cociendo para octubre, con ponentes de primer orden eclesiástico, y en el que se analizará y repensará el turismo bajo el aspecto pastoral y global, en un momento clave de nuestra historia, con una pandemia muy reciente y un panorama incierto provocado por la guerra de Ucrania. Decir que el turismo religioso mueve a 300 millones de personas al año ya da cuenta de su importancia.