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Un desembarco con mucho oleaje

    política. El batacazo del Partido Popular en Cataluña, aderezado con el cambio de sede anunciado por Pablo Casado tras el arranque del juicio de los papeles de Bárcenas, que no sentó bien entre algunos barones, desembocan, una vez más, en un debate que es una de las pocas cosas que no cambiaron con la pandemia: el desembarco en Madrid del presidente Alberto Núñez Feijóo para hacerse con las riendas de la organización. Una operación de atraque nada sencilla en la coyuntura actual y que los populares gallegos ya se encargaron ayer de enfriar. Con la COVID todavía como prioridad social y económica, la derecha fraccionada en el Congreso, el Gobierno de coalición a bofetada limpia con la amenaza latente de una ruptura de aquí a unos meses que termine en nuevas elecciones y en plena negociación para la renovación en la cúpula de RTVE, el Defensor del Pueblo y el CGPJ, parece haber demasiado oleaje para pilotar hacia buen puerto un abrupto cambio de timón en el seno de los del charrán. A todo ello se suma que la legislatura en Galicia todavía está arrancando y el de Os Peares siempre prometió –y cumplió– que su horizonte y sus cinco sentidos estaban aquí, por lo que tomar otra decisión ahora ni sería su estilo ni tendría fácil explicación. Así pues, el argumento desplegado ayer por Pedro Puy parece sensato: la hipótesis del famoso salto “por ahora” no es viable.

    23 feb 2021 / 01:00
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