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¿*Paralímpico?

    DE un tiempo a esta parte a la Lengua Española parece como que la haya visto un tuerto. Y es que poco a poco se va deteriorando, como lo demuestra el Informe Prisa en la disciplina de Lengua. En ciertas regiones, con las que el Gobierno mantiene un contubernio para sostenerse en el poder, no se acatan las leyes que exigen el porcentaje mínimo fijado para la enseñanza del Español, mientras, aquél viendo al “rey desnudo”, mira para otra parte. A todo esto contribuyen los medios de comunicación con el empleo de términos monstruosos como “topaje”, el empleo del verbo “resbalar”, intransitivo, utilizado por la mayoría de locutores deportivos, refiriéndose a un jugador, como reflexivo, etc.

    Por si fuera poco, teniendo una lengua tan rica –verbos, sustantivos, adjetivos– en sinónimos, tenemos que sucumbir ante la “mercadotecnia” del inglés, que nos invade por todas partes. Y por último, para no cansarles demasiado, el “esnobismo” de utilizar términos latinos o griegos, muchos de ellos erróneos: *Pontus Veteris y otros, sin que sepan su significado, véase Quirón Salud, como rótulos de todo tipo de establecimientos.

    Pues bien, no existe el término *paralímpico, dado que no existió la ciudad de *Limpia ni mucho menos *Alimpia. Lo que sí verdaderamente existió fue Olimpia, en la región conocida como Laconia, homónima del monte Olimpo.

    Pero hagamos un poco de historia, los griegos, no menos amantes del deporte que de la actividad intelectual, desde la Filosofía y la Medicina pasando por la Política tanto teórica como práctica, celebraban cada cuatro años unas competiciones atléticas –término griego– llamadas Juegos Olímpicos por celebrarse en la ciudad de Olimpia, en honor de Zeus, desde el 776 al 393 d.C., año en el que el emperador Teodosio clausuró el santuario de Zeus. Olimpia, saqueada, abandonada, inundada por las crecidas del Alfeo, permaneció olvidada durante más de trece siglos.

    Un amante del deporte y del pasado clásico Pierre Fredy, barón de Coubertin, convocó en 1893 un congreso internacional de organizaciones deportivas, a resultas del cual nació el Comité Olímpico Internacional (C.O.I.) y las Olimpiadas o Juegos Olímpicos Modernos, cuya primera manifestación fue la olimpiada de 1896 en Atenas, celebrada precisamente allí en homenaje y recuerdo de los Juegos Olímpicos de la antigüedad. Hasta aquí este bosquejo histórico.

    Ya actualmente, y por cierto muy acertadamente, se instituyeron para deportistas discapacitados los llamados Juegos Paralímpicos, que es el “dardo en la palabra” que diría mi Decano en Salamanca prof. Lázaro Carreter q.e.p.d., cuando era Director de la Real Academia de la Lengua. ¿Cómo salir, pues, de este embrollo en el que nos metieron los que, por primera vez, inventaron esa “palabrita”? Una vez más recurriendo, en este caso, al griego. Si sus promotores reparasen en lo que dije supra y en que el término, de pura raigambre griega, debiera ser parolímpico siguiendo las estrictas normas de formación de compuestos griegos, otro gallo nos cantaría.

    Y es que el griego en compuestos que llevan como precomponente una preposición – en este caso /pará/, que no es la misma que la castellana /para/ que proviene del latín /per ad/ – para dejar bien explícito el 2º componente eliminan o “sincopan” la vocal final del primer componente y no desdibujarlo: par-olímpico, no *para-límpico, igual que parodia, paronimia, paronomasia, parótida, paroxismo, paroxítono, etc.

    En caso contrario, es decir, cuando el postcomponente no empieza por vocal sino por consonante, la /a/ final del primer componente no se altera, como es el caso de pará-lisis, para-íso que procede de pará-deisos, para-frénesis –cfr. esquizofrénesis–, para-doja, pará-metro, para-mnesia, para-ninfo, pará-frasis, para-fernalia, pará-sito, para-fasia, pará-bola, para-noia, para-peto, para-sífilis, para-táctico, párrafo –que procede de pará-grafos–, etc., términos todos ellos conocidos por cualquier estudiante y por cualquiera persona con conocimientos básicos.

    Sabiendo, pues, los Gobiernos de turno que la lengua de la Física y Química, de las Matemáticas, de las Ciencias Naturales, de la Lingüística y la Literatura, de la Filosofía, de la Religión, de la Medicina, especialmente, hablan griego, como también hablan griego lenguas que no son hijas del Latín o del Griego, sino del Germánico como el Inglés y el Alemán, ¿Con qué espurios intereses arrumbaron las Lenguas Clásicas de los planes de estudio? ¿Acaso para lograr con estos mediocres planes, como bien vio el insigne helenista L. Gil, no facha, sino de familia liberal y republicana, que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres?

    Como sigan así, se va a institucionalizar aquella frase de Alfonso Guerra: “A este país no lo va a conocer ni la madre que lo parió”. Ya lo estamos empezando a vislumbrar, pero en formato negativo.

    05 ago 2022 / 01:30
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