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A Leonardo Boff

HARÁ unos 18 o 20 años fui con unos amigos a un Congreso de libreros a Barcelona. Entre los amigos iba Amador Rodríguez Arce, que regentaba, y muy bien, la Librería Abaraxas. Desafortunadamente ya fallecido (originando el cierre de la librería y otras actividades del libro que él bien conocía). Pero estando en Barcelona: visitamos el “stand” de la editorial “Sal Terrae”, en esta editorial estaban editados algunos libros de Leonardo Boff. Entre ellos uno muy recomendado en los colegios Santiago de Compostela, Los sacramentos de la vida. Allí, en la Feria tenían solo tres ejemplares, que cogí inmediatamente. Era un libro profundo y al mismo tiempo de fácil lectura. Pero la profundidad de Leonardo Boff no solo se centraba en la religión o la teología, sino también en la poesía. Cuando escribió ese libro sin duda que lo hizo desde su celda de franciscano y él veía constantemente una montaña, a la que dedicó una poesía. ¡Qué maravilla! Los editores tuvieron la gentileza de ponerla en la portada del libro, de esta manera nada más tocar el libro se podía ver.

Yo he leído muchos libros de este autor y el último se titula Memorias de un viejo teólogo. De Leonardo Boff, tendríamos tanto que decir, sólo las luchas en el Vaticano, a raíz de la teología de liberación, darían para un libro. Pero hoy nos vamos a centrar en un encuentro de Boff con un gran amigo suyo, Pepe Mujica, (expresidente de Uruguay).

Tuve la oportunidad de encontrarme con él, en marzo de 2015, en su sencilla casa rural, situada a unos kilómetros de la capital. Allí estaba él, con su camisa sudada y raída por el trabajo, con un pantalón de deportes bastante gastado y unas rudas sandalias que dejaban ver unos pies con la suciedad propia de quien viene de trabajar en el campo. Vive en una casa humilde, junto a la que puede verse su viejo Wolkwagen. Ya ha habido quien le ha ofrecido un millón de dólares por el cacharro, pero él rechazó la oferta, tanto por el respeto al viejo coche que le llevaba a diario al palacio presidencial como por la consideración al amigo que se lo había regalado...

Al final del encuentro –dijo Boff– mientras nos dábamos un fuerte abrazo, le comenté: “Le diré con toda sinceridad y humildad que creo que hay dos personas en el mundo que me inspiran y me infunden esperanza: el papa Francisco y Pepe Mujica “. Él no dijo nada. Me miró fijamente y pude ver cómo sus ojos se humedecían por la emoción... Había conocido a un líder seminal, como una semilla, encierra en su interior toda la esperanza de un pueblo y del mundo entero.

Huelga decir que tanto Leonardo Boff, como Pepe Mujica viven. ¡Ojalá que por muchos años más! Boff sigue escribiendo libros y Mujica hace prólogos a autores de talla internacional.

02 may 2022 / 01:00
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