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A lo loco en USA

    LA dilatada experiencia política y diplomática de Joe Biden no le impiden caer una y otra vez en errores y meteduras de pata que han causado desasosiego en la Administración estadounidense, y más de un dolor de cabeza entre las filas demócratas. Incluso los socios de la gran potencia en el exterior se han visto sorprendidos y temerosos de lo que algunos ya han dado en denominar ‘desvaríos’ propios de alguien cuya salud mental no pasa por su mejor momento. No se trata de una cuestión de edad; pues los ochenta años que cumplirá este 20 de noviembre debieran constituir una ventaja para la sabia reflexión y la lucidez que aporta la experiencia de la vida. Lo cierto es que, más allá de su estado mental, a Biden le gusta contar anécdotas, recuerdos y curiosidades para acercarse a la ciudadanía y proyectar familiaridad; pero a veces esto le juega malas pasadas.

    Resulta curioso que se hable de conatos de demencia senil en el caso de Biden, pues cuando era Donald Trump quien gobernaba, también se le diagnosticaban y criticaban achaques súbitos y violentos, así como arrebatos impropios del mandatario más poderoso del mundo. Hasta sus contactos con Putin o su acercamiento al líder norcoreano Kim Jong-un fueron vistos como arriesgadas ensoñaciones personales. También su obsesión con los medios de comunicación, o con empresas que buscaban minar su imagen y credibilidad. Sus declaraciones eran cuestionadas, y otras tachadas de mentiras, ya fuese en torno a los efectos de la pandemia, a las elecciones de 2020, o al asalto al Capitolio del año 2021.

    Los lapsus y gazapos de Biden tampoco han pasado desapercibidos: un pequeño incendio en la cocina de su casa que narró como un fuego devastador; una exitosa y múltiple trayectoria académica alejada de la realidad; confundir la invasión rusa de Ucrania con la guerra de Irak; situar la muerte de su hijo Beau Biden en combate y no debido a un tumor cerebral; un inexistente período de su vida en contacto con la comunidad puertorriqueña; viajes de Estado que nunca fueron tales; errores con Taiwán; alertas de un Armagedón; falsos arrestos en manifestaciones pro derechos civiles; saludos a políticos fallecidos; insultos y palabrotas a micrófono abierto; etc.

    Hablamos de fechas equivocadas, exageraciones evidentes, bloqueos mentales, desorientaciones, o confusiones de lugares y países. No creo que se trate de mentiras, sino de imprecisiones o incorrecciones que él intenta subsanar o reforzar con su típica expresión “no estoy bromeando”; algo que repite también para disimular un cierto trastorno en la dicción. El debate en torno a su estado cognitivo sigue presente. Y el hecho de que más del 60 por ciento de los estadounidenses piense que está demasiado mayor para ser presidente influirá mañana en el resultado de las elecciones legislativas.

    07 nov 2022 / 01:00
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