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Anorexia, un asesino silencioso

    En agosto de este año, recibí un mensaje a través de las Redes Sociales, en el que una mujer, a la que yo había conocido en la fiesta de cumpleaños de su marido hacía tres años, me confesaba que su vida y la de su familia se había convertido en un infierno. Su hija pequeña, adolescente, había sido diagnosticada de anorexia hacía un año, justo en el momento en que toda la familia estaba feliz, porque habían conseguido volver a España, tras un largo periplo vital por el extranjero. La mujer, me dejó varios audios explicándome lo que era la anorexia, su gravedad, la cantidad de muertes que provoca, muchas por suicidio, todo lo que tardaron en darse cuenta, cómo había afectado a su hija, a sus hijas, a su marido, a ella. A sus vidas... al miedo por la vida de su hija... A todo.

    Me hablaba del desconocimiento absoluto que ella se había encontrado, de la incomprensión, de la fata de medios y de recursos en la Sanidad Pública y de lo caro de acceder a la Privada. Vomitaba en palabras todo lo que millones de personas que padecen la enfermedad, muchas de ellas durante largos periodos sin saberlo, vomitan en su camino hacia una muerte segura sino se detecta y se les trata a tiempo y de la forma adecuada.

    Trataba de decirme, desde una angustiosa serenidad, intuyo que para no asustarme, ni provocar rechazo, ya que ella solo conocía de mí mi faceta de cineasta y documentalista de proyectos sociales, que creía imprescindible hacer un documental, o una serie, o una película, que sacara a la luz la gravedad y la extensión pandémica de una enfermedad, que por su propia capacidad de ocultación, tanto como la de quien la padece en los primeros estadíos, unido al desconocimiento de la misma, al estigma que crea una vez que da la cara, está causando un coste en vidas humanas y en sufrimiento, que resultaría realmente insoportable... si la sociedad conociera de verdad su prevalencia y gravedad.

    Aquí hago un alto en el relato para explicar algunas cosas: “La anorexia, además es una enfermedad que emerge de muy diferentes circunstancias, con infinidad de caras, poliédrica, multifactorial, con muchas aristas... y con millones de cambios en su proceso, tal y como las propias personas que la padecen a lo largo de los meses o años van viviendo por moor de su crecimiento y de las transformaciones físicas, psicológicas, emocionales y vitales de cada una, por lo que es muy difícil de detectar de manera precoz”. Pues bien, esta mujer, que ya había visto varios de los documentales y películas con temática social que yo he realizado, se armó finalmente de valor y me dijo: “Miguel Ángel, creo que tú eres la persona, que tiene la sensibilidad y la “autoridad“ para hacer algo con este tema, y que ayudemos a arrancar millones de vidas a la muerte y a salvar millones de vidas en la vida”.

    En ese momento yo le grabé y envié varios audios en los que, para sorpresa de ella, le expliqué que conocía la enfermedad perfectamente, ya que años atrás debido a mi anterior profesión, había tratado como nutricionista, a un elevado número de chicas con anorexia, junto a un grupo de psiquiatras y psicólogos, entre los que se encontraba mi querido profesor, maestro y amigo del alma, el Neuropsiquiatra José María Poveda. Le conté en otro audio cosas, como que en el momento en el que el Sida acababa con gran número de personas en España, ya moría más gente a causa de la anorexia que del VIH.

    Le relate que incluso, estando yo siendo entrevistado hablando de nutrición en un programa vespertino de Telemadrid, entró una llamada en directo de una espectadora que vivía sola, que dijo reconocerse en lo que yo estaba explicando, y que ya no tenía fuerzas ni para ir a urgencias. Aquella intervención y aquella llamada, sirvieron para que la mujer no muriera, al alertar en directo desde el programa a los Servicios de Emergencias, que fueron a por ella y la trasladaron a un hospital.

    Se estaba muriendo y no era siquiera consciente de ello!. Le conté cómo, años después hablé con un responsable del área Sanidad de un partido político que a la postre era médico de formación, y le planteé que había que hacer algo para que el Estado se hiciera cargo seriamente del tema, y le ofrecí crear un plan de trabajo y un protocolo que había diseñado para sacar a la luz el gravísimo problema que se escondía detrás de esta enfermedad. Su repuesta fue “que no le veía recorrido político al tema”. Así. Nuevo inciso: “Hace algunos años la anorexia tenía una prevalencia de 10 a 1 en favor de las mujeres y eran las adolescentes y jóvenes la grandísima mayoría de las afectadas por la enfermedad.

    Con el paso del tiempo y las graves consecuencias de la inconsciencia de la industria de la moda, de los medios de comunicación, de la publicidad cada vez más agresiva y extrema con respecto a cuerpos y cánones de belleza, la irrupción en nuestras vidas de las nuevas tecnologías, de internet, de los smartphones, de la perversa inclusión de los algoritmos que, por ejemplo en internet cuando subes una foto y te aplicas un filtro, modifican la realidad, generando una dismorfia, es decir una desconexión entre, la belleza y la diversidad que se ve en el mundo real y en el digital, provocando un impacto psicológico que ya se está viendo sobre todo en adolescentes”. Este modelo de sociedad que creamos, narcisista, hedonista, egocéntrica , competitiva, materialista, individualista, vacía y vaciada de contenido profundo, en la que todo se mide en función de las apariencias en vez de en los valores, en el crecimiento personal o en la búsqueda de un propósito vital, no ha hecho más que agravar la situación, provocando que cada vez haya más hombres también que padecen esta enfermedad, y que cada vez la edad de las personas que la padecen, se haya ampliado por abajo y por arriba”.

    Es en este punto en el que los TCAs, los Trastornos de la Conducta Alimentaria alcanzan una dimensión pandémica, ya que hay cientos de miles de personas, millones, que sin saberlo, están en grave riesgo de acabar necesitando tratamiento médico, psiquiátrico, psicológico, nutricional, por haber convertido la comida “controlada” obsesivamente y el ejercicio físico practicado en exceso, en una exclavitud, persiguiendo unos cañones de belleza irreales e insanos, en vez de ser usadas, la comida y el ejercicio sanos, como un modo de conseguir Salud y Bienestar psicofísicos.

    Toda esta realidad, y el drama brutal que sufren las personas que padecen una anorexia y sus familias, es lo que vamos a tratar de relatar en una película documental o de ficción basada en hechos reales que voy a producir y dirigir, para que toda la Sociedad entienda y comprenda lo que se esconde detrás de esta enfermedad oculta y ocultada, aprenda a reconocer las señales que deben alertarnos en carne propia o ajena, para pedir ayuda y recibir tratamiento antes de que sea demasiado tarde. Y tendrá como objetivo que las autoridades políticas y sanitarias dejen de mirar para otro lado y dediquen recursos humanos, técnicos y económicos para acabar también con esta pandemia, como se ha hecho con la Covid 19, que está destrozando muchas vidas, solo que sin salir por la tele.

    Y este proyecto, que evidentemente no va a tener fines comerciales, sino que va a ser un nuevo proyecto social, solidario y benéfico de los que llevo a cabo, he decidido ponerlo en marcha tras reunirme una tarde de domingo con la mujer que me contactó por RRSS y su hija Julia, y tras entregarme esta los diarios íntimos que ha ido escribiendo desde que la anorexia apareció en su vida.

    Hoy, ya se han unido otro grupo de mujeres que han sido o están siendo también , desde el dolor y la responsabilidad de madres, protagonistas sufrientes junto a sus hijas e hijos, que lucharon o luchan para salir adelante, curarse y dejar atrás esta dura enfermedad que les está robando una parte muy importante de sus vidas. Todos estamos muy ilusionados también con que se haga realidad este proyecto porque sabemos, que si hubiera más información, más conocimiento, más conciencia, más medios, muchas personas se librarían de padecer un TCA, y sufrir lo que estos hijos e hijas han sufrido y están sufriendo, y salvar así muchas vidas acabadas en suicidios, en fallos renales, paradas cardíacas y otras muchas patologías asociadas y agravadas por una anorexia cronificada.

    Gracias y enhorabuena Yolanda, y a ti Julia por atreverte a contactarme, por tu valentía, por vuestra conciencia al decirme que pensabais en el infierno de todas aquellas familias que viviendo lo que estáis viviendo, no disponen de los recursos económicos para atender esta enfermedad de sus hij@s, con los medios necesarios para salvarles la vida. Y gracias a Mar, a Eugenia, a Olga, a Esther, a Carmen, a Rosa... por ser las siguientes en uniros al proyecto y apoyarnos también económicamente a dar los primeros pasos. Invitamos a otras personas, instituciones, empresas a que se unan a nosotros para que dentro de un año podamos estar estrenando esta película documental o de ficción, que tendrá como fin que la anorexia en particular y los TCAs en general, dejen de ser una sentencia de sufrimiento horrible y de muerte para millones de personas en el mundo. La película sin duda estará dedicada a tod@s aquell@s pacientes a l@s que no pudimos llegar a tiempo y a sus familias. Gracias.

    04 dic 2022 / 01:00
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