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Antología del disparate

    EN la década de los setenta se publicó un libro con el título Antología del disparate que tuvo mucho éxito. En él se recogían las barbaridades que aparecían en las respuestas de los alumnos y también otro tipo de disparates en las traducciones o en la Administración. Algunas de ellas nos hacían sonreír, como aquella en que el alumno contestaba a la pregunta: los rayos catódicos eran dos Isabel y Fernando.

    Hoy en día aparecen disparates que también nos hacen sonreír; sin embargo, hay otros de las administraciones que causan malestar. Hace unos días, vecinos de Brandía recibieron del servicio de licencias y urbanismo del Ayuntamiento de Santiago contestación a una solicitud de cambio de la ventana de una galería porque entraba agua.

    En ella, se decía textualmente que la ventana se deberá cambiar simultáneamente en las 65 viviendas. Ya que para cambiar la ventana se necesitan una grúa y tres trabajadores, al tener que hacerlo simultáneamente se precisarán 65 grúas y 195 trabajadores. Además, como algunas viviendas están alejadas de otras más de 300 metros, sin visión entre ellas, deberán sincronizarse muy bien los relojes de los 195 trabajadores o utilizar un petardo para que empiecen al mismo tiempo.

    El tema ilustra el grado de arbitrariedad y poco sentido común con que se maneja el servicio de licencias y urbanismo del Ayuntamiento. El cambio de las citadas ventanas tiene toda una historia de arbitrariedades. Primero, concedió la licencia para cambiarla a un vecino. A otro que lo hizo, decretó que quitase la ventana ya puesta. El contencioso administrativo que interpuso el vecino fue perdido por el Ayuntamiento.

    A otro vecino se le indicó que tenía que ponerse de acuerdo con los diez de la misma fila para que fuese el mismo tipo de ventana. Ahora parece que tienen que ser los 65 los que tienen que ponerse de acuerdo y además hacerlo al mismo tiempo.

    Se podría pensar que es un exceso de celo en el cumplimiento de la legalidad. Pero no es el caso y ejemplos de ello hay en la misma urbanización. En efecto, el servicio no se percató de que el edificio del hotel, situado en la misma urbanización, tenía más alturas que las debidas como se determinó en sede judicial por reclamación de los vecinos.

    Igualmente fueron ellos los que denunciaron que el hotel se había apropiado de terreno público. Desgraciadamente, aunque los vecinos tenían razón como fue reconocido judicialmente, el hotel sigue con la misma altura y con el terreno público anexionado.

    Ahora acaba de concederse la licencia para una gasolinera en medio de la urbanización debido a un informe del mismo servicio. El correspondiente contencioso administrativo probablemente será ganado por los vecinos, sin ninguna repercusión en el citado servicio, que seguirá comportándose como un omnipotente señor feudal con la anuencia de la concejala de urbanismo y del señor alcalde, que se declaran ellos mismos incompetentes.

    El grupo que en las próximas elecciones municipales programe una revisión profunda del servicio de licencias y urbanismo tendrá bastantes votos, empezando por el mío.

    03 dic 2021 / 01:00
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