“Arxis Ensemble:”Pléïdes “, en el “Festival Resis”

Un homenaje a Ianis Xenakis en su centenario a cargo del “Arsis “Ensemble”, dentro del “Festival Resis”, que nos lleva al Castelo da San Antón, de A Coruña- 21´00 h.-, presentando la obra “Pléädes” (1978), de Iannis Xenakis, pieza que un ubica en un contexto sideral, en las cercanías de la constelación Taurus, de la que seis estrellas, no visibles a primera vista, se transforman en destellos brillantes de luces y cuyo reflejo impregnará la obra de seis percusionistas durante tres cuartos de hora, sumergiéndonos por la apabullante impacto sonoro, recreando una verdadera lluvia de estrellas. Para traducirlo, este grupo, que dirige Aitor Vázquez Torres, al frente de esta formación en la que pondrá los elementos precisos los percusionistas Noé Rodrigo, Sergio Sande, Lucia Carro, Manuel Alcaraz, Pablo Paz y Joâo Miguel Braga, contando con la presentación de Chus Álvarez.

Aitor Vázquez Torres, estudió dirección de orquesta con Marc Piollet y Wolfgang Döener, en la Kunstuniversität de Graz (Austria), especializándose en repertorios actuales, ampliando también en la dirección de agrupaciones como “Savaria Symphony O.” (Hungría), la “Grazer Philharmonie”, de Austria; el “Ensemble für Neue Musik KUG, o el “PPCM”, de la Kunstuniversität Graz, según las directrices del Klanflorum Wien. Recibió clases de Roland Kluting, Gunde Jäch-Michko, Dmitri Polisoidis, Johannes Kern y Edo Micic. En el ámbito de los compositores españoles, mantuvo colaboraciones con Cristóbal Halffter, J.Mª Sánchez-Verdú y Alberto Posadas, siendo galardonado con el Premio Flora Prieto, de Composición, con una obra que dará a conocer la “ONE” y su coro, en el Auditorio Nacional. Paralelamente a su formación académica, tuvo el beneficio de recibir asesoramientos de Helmuth Lachenmann, Luís de Pablo y Bruno Dozza y es director invitado del “Arxis Ensemble”, para la temporada 2021/2.

“Arxis Ensemble”, grupo de percusiones, surge con este objetivo de acercar a nuestro público, a estas nuevas corrientes estéticas, en torno a un espacio menos común como es la percusión, apostando por convertirse en plataforma de encuentros entre las variadas agrupaciones que en estas formaciones, gozan con presencia activa en nuestra tierra, en un manifiesto interdisciplinar en las propuestas persusivas. Colaboran al tiempo con orquestas que van desde la Concertebouworkests, de Amsterdam, la “OSG”, la Orchestre Philharmonique Royal de Liége, y otras de relevante vanguardia, en las que se concitan agrupaciones en forma de ensemble y de esta forma nos encontraremos en esta conmemoración del centenario de Iannis Xenakis, para esta composición “Pléïades”, recreando una incursión entre percusiones, maderas, pieles y metales, de contundente violencia sonora y un tanto oscura, que nos traslada a un cielo en permanente penumbra.

Iannis Xenakis, exigente en el cambio de actitud ante la mentalidad creativa y la consecuente auditiva, propuso entre otras opciones la llamada música estocástica, en la que aparte de intervenir el azar, como variante aleatoria, se hallase sujeto a una serie de condiciones causales, partiendo en cierto modo de la “Théorie des événements e chaine. “Metástasis” fue un primer aldabonazo, con la serie de “glissandi”, en las cuerdas, perfectamente calculados. La arquitectura fue igualmente un seguro fundamento artístico, a partir de su colaboración con Le Corbusier, desde 1956, una doble y segura dimensión que le permitió incorporar el universo sonoro mediatizado por los argumentos de orden científico, con la clara pretensión de conseguir las ansiadas estructuras coherentes dotadas de una estudiada lógica articulatoria. Los resultados, tendrán confirmación en la Exposición de Bruselas de 1958.

Olivier Messiaen se cruzará en su trayectoria artística en esas aventuras vanguardistas, ya cimentadas con “Metástasis”, un enfrentamiento al formalismo imperante, apostando por las posibilidades intuicionistas, que conceden mayor rango a la improvisación y la imaginación. Entre los procesos sonoros del compositor, se encuentran los conseguidos por grandes masas, las mismas que se perciben globalmente y evitando de forma ostensible el juicio de una pesante crítica, en lo relativo al detallismo del análisis de la microestructura de las piezas en su conjunto. Esas masas contundentes llenas de especies de nubes de sonidos puntuales (pizzicati, golpes de arco sobre las cuerdas y otros tratamientos), con la pretensión de abocarse a modulaciones que confluyan hacia esa percepción conjunta. De ahí y por la misma razón, la recurrencia a los procedimientos de las leyes de la física, en el campo del cálculo de posibilidades con medios estadísticos. Para encumbrarse a esos “efectos de masa”, Xenakis, opta por esos procedimientos.

Rigor y severidad de semejantes leyes estructurales, el resultado de su música transmite una sensación de libertad y de impacto inmediato en el acto de la propia escucha. Su línea melódica está impregnada de los antiguos modos y se desarrolla sobre un empleo sistemático de la microinterválica y de los citados “glissandi”, a los que se añade la complejidad rítmica, mantenida por una neta pulsación de base. Una antítesis evidente del estilo de Ligeti o las sutilidades de Morton Feldman y las evanescencias de G.Scelsi, compañero de travesía en la distancia. Antes de entregarse a los espacios de investigación, en sus determinaciones, quedará marcado por la fascinación del sonido, en un planteamiento de un lenguaje desprovisto de detalles innecesarios del sonido en sí mismo. Quizás también el estímulo de la tragedia clásica, resultó un acicate que pondrá los primeros jalones de una evolución creativa. En una de las consideraciones, su maestro Olivier Messiaen, en un análisis de “Accorripsis”, obra principalmente probabilística, es decir, estocástica, dirá que sorprendía por la variabilidad de los cálculos preestablecidos, que lograban fascinar al oyente, olvidándose por completo en el momento de la escucha, ante semejante propuesta sin sobrecarga y dentro de una poética delicada y brutal a un mismo tiempo.