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Biden hacia el exterior

    EL nuevo reparto de escaños en el Capitolio no sólo afectará, como veíamos ayer, a los proyectos legislativos de Joe Biden dentro de Estados Unidos. También su política exterior se verá afectada. Muchas de las iniciativas económicas y armamentísticas de apoyo a Ucrania serán fiscalizadas y hasta frenadas por los republicanos en la Cámara Baja. Y es que la división que vive el país a nivel social y político es fiel reflejo de la disparidad de criterios frente a Kiev entre el Partido Demócrata y el Republicano tanto en la Casa de Representantes como en el Senado.

    Es más, como analizamos aquí el pasado domingo, incluso dentro de la bancada demócrata se perciben rifirrafes en torno a la implicación en el conflicto europeo; con el sector más progresista de sus congresistas “abogando por darle un impulso diplomático a las negociaciones de paz, buscar un contexto de entendimiento más realista, utilizar la baza de una posible suavización de las sanciones para lograr la aquiescencia rusa, y hasta restablecer las negociaciones directas con Putin” (Rusia fragmenta EE.UU., ECG 06/11/2022).

    Y es que, como se desprende de la nueva Estrategia de Defensa Nacional de Estados Unidos, es China, y no Rusia, la principal preocupación para un Joe Biden que en las próximas horas se entrevistará en la cumbre del G20 de Bali con el propio Xi Jinping (recuerden las vacilaciones de Biden en torno a Taiwán este agosto pasado).

    La Federación Rusa ya no es considerada por Washington un rival ni tecnológico ni económico ni militar. Y su departamento de Defensa cree que el apoyo de EE.UU. a Kiev está desviando la atención del país fuera de los contextos que realmente le interesan: el Pacífico y el Índico.

    Ya lo demostró con el acuerdo AUKUS, firmado con Reino Unido y Australia a espaldas de una UE que tampoco es una prioridad para Biden, ni a la hora de retomar las negociaciones de la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP), ni como socio al que rendir cuentas o avisar sobre la caótica retirada de Afganistán (algo que el Senado terminará investigando).

    Las políticas de Biden para América Latina también han sido criticadas. No ha logrado suavizar la crisis en la frontera con México generada por el efecto llamada que supuso su llegada al poder en 2021. Además, las iniciativas de Kamala Harris no han dado resultado, la llegada masiva de migrantes ha aumentado, y el control fronterizo resulta caótico.

    Más incómoda aún ha sido su nueva diplomacia frente a Cuba y Venezuela. Con La Habana ha suprimido sanciones, restablecido vuelos comerciales, y suspendido el límite de envío de remesas económicas. Con Caracas ha favorecido la producción petrolera y su venta a EE.UU., reforzando así el régimen de Maduro. Todo ello ha generado ampollas, y será ahora revisado.

    13 nov 2022 / 01:00
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