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Bulos, noticias falsas y trolas

    Tengo cuatro alumnos chinos (tres chicas y un chico) que poco o nada hablan español. Justo antes de que se tomaran medidas de confinamiento de la población, pasaron por mi despacho para hablar de temas de programación de la asignatura, algo asustados, ya que habían oído que a ellos se les pondría un examen distinto a los demás. Les dije que “circulaban muchos bulos por la facultad”, y al momento me quedé pensando que sí es cierto que no pronuncian la r, ¿qué habrían entendido?

    Pues desde esa perspectiva, lo que se dice y lo que se puede entender, intentaré condensar algunos significados y finalidades de la palabra ‘bulo’. Según la Real Academia Española, es la “noticia falsa propalada con algún fin”. No es un término que haya aparecido ahora, existe desde siempre. Antes se llamaban mentiras, embustes, trolas y tenían un ámbito de circulación menor (amigos, vecinos, compañeros de trabajo). Ahora, las redes sociales se encargan de multiplicar su difusión y aumentar exponencialmente el número de receptores convirtiendo en viral alguno de ellos, como lo fueron el que “un chino denunció a su mujer por tener hijos feos” u otro que tuvo más peso, por el carácter juvenil de la mayoría de usuarios que decía: “Facebook cerrará tu cuenta por faltas de ortografía”; o tomando como referencia el coronavirus, llegó a circular la supuesta petición de un mandatario internacional para asumir que los mayores mueran por la covid-19, o también la presunta presencia de delincuentes repartiendo por las casas mascarillas manipuladas para entrar a robar.

    Unas veces se hacen circular en forma de mensajes, textos, audios, vídeos o fotos para combatir al enemigo político: otras, por mera diversión; y otras, por no saber leer. Por ejemplo, recientemente el BOE publicó que se realizaría “desinfección aérea a través de nebulización “(como los espráis matamoscas) y fue difundido como que se iba a “fumigar a las poblaciones con productos químicos desde aviones militares”.

    Lo preocupante es cuando se hacen circular para ganar dinero que, en Internet, se genera con tráfico, con visitas y con clics, con independencia de que la información que transmiten sea verdadera o falsa. Muchas veces el fin que se busca con su difusión está ligado a algún beneficio que se obtiene o que se trata de obtener aprovechándose, por ejemplo, de Google – y viceversa– o de otras redes de publicidad online, lo que se consigue mediante la participación en plataformas de publicidad automática que recompensan el número de accesos a webs o blogs sin tener en cuenta la veracidad o exactitud de sus contenidos. Cuantos más visitantes lleguen a la web (y vean los anuncios), mayores ingresos para los que están detrás.

    Las noticias falsas, tengan objetivo económico, propagandístico o ideológico, se transmiten a través de las redes sociales a la misma o a mayor velocidad que el propio coronavirus, ello porque suelen ir impregnadas de morbo, humor e incluso de cierta creatividad que las hace atractivas para los hoy confinados, a los que no les queda otra que pasar parte de su tiempo enganchados al móvil. Así, leemos que existe una conspiración para “reducir la población mundial” o del peligro que supone “la utilización de medicamentos contra la hipertensión ante el coronavirus”.

    En el ilustrativo espacio denominado ‘Desmontando las fake news. Todo lo que se publica en esta sección ¡¡es mentira!!’, que EL CORREO GALLEGO dedicó durante semanas a desenmascarar las que circulan sobre, o con motivo, del coronavirus, encontramos claros ejemplos de bulos, incluso con contenido absurdo, como por ejemplo: “Un baño con agua muy caliente evita el contagio”, una bebida milagrosa compuesta por “ajo, cebolla, limón y jengibre” ayuda a combatir el virus o “consumir alcohol mata los gérmenes”.

    Otra parte de los bulos que corren estos días relacionados con el coronavirus se dirige directamente a desprestigiar la gestión de los Gobiernos, central y autonómicos, intentando poner en evidencia a sus representantes y las medidas que adoptan para combatirlo. Son distorsiones intencionadas –aunque cabe decir que no siempre- que calan en la opinión pública, haciéndose virales, ofreciendo una pobre imagen de los políticos y de quien los asesora. A veces las falsas noticias se desmontan cuando corren por las redes porque aparece la verdad, tal como hizo el general de la Guardia civil José Manuel Santiago.

    Aunque es difícil evitar los bulos, a veces se ponen medios oficiales, como hace el Instituto Nacional de Ciberseguridad, que tiene en su página web (www.incibe.es) una sección dedicada a ‘Cómo detectar y prevenirse ante los fraudes y bulos que circulan en relación con el covid-19’, con información sobre aplicaciones maliciosas, envío de correos electrónicos fraudulentos y otras para detectar y prevenir los fraudes y bulos que circulan por la Red.

    Si la noticia falsa tiene un objetivo, se difunde con la deliberada voluntad de engañar y se disfraza conscientemente de noticia real, debe ser el confinado quien la depure, utilizando una herramienta que se llama ‘sentido común’ y que en versión gallega –‘sentidiño’- es la mejor arma para combatir los bulos, noticias falsas y trolas.

    Al tiempo de escribir todo lo que antecede me comentan otros alumnos que corre el rumor de que este curso va a haber aprobado general, a lo que les contesto a la gallega con un “se cadra, si”.

    21 may 2020 / 21:20
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