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Calor y ruido

    CADA uno por separado es un factor de incomodidad, pero los dos juntos son una bomba de relojería, un atentado contra el bienestar personal, y causa de irritación, mal humor, desesperación y sensación de impotencia. Con una ola de calor en agosto como se ha visto pocas veces, que no hay ventanas abiertas que permitan la entrada de una ligera brisa porque el aire no se mueve, si se precisa tenerlas de par en par para poder respirar porque no todo el mundo, a pesar de su proliferación en los últimos años, tiene instalado en su casa el aire acondicionado, puede ocurrir y de hecho ocurre con mucha frecuencia que la acera de la calle se encuentre ocupada por una terraza de algún establecimiento hostelero en el que en los decibelios alcanzan un nivel más alto del permitido, o del que tolera el oído cuando se quiere o se necesita dormir. El antiguo debate de conciliar ocio y descanso de los vecinos, se intensifica con la ola de calor con posiciones más extremas.

    ADRENALINA. Subirse a una atracción de cualquier parque de diversión, temático o no, es una forma de gastar la adrenalina que anda acumulada por el cuerpo y que de vez en cuando hay que liberar ya que no son tantas las situaciones habituales de estrés o peligro que requieren que se libere para mantener la atención y no perder la calma.

    Las diez personas que se quedaron colgadas verticalmente en la montaña rusa El Abismo, durante una hora seguramente gastaron toda las que tenían almacenada y sus glándulas suprarrenales estarán ahora trabajando a toda velocidad para reponer el nivel mínimo. Es de suponer que esta atracción de última generación calificada de “nivel intenso” en la que se alcanzan los 105 kilómetros por hora ha sido probada, además de por los técnicos y peritos pertinentes, por médicos que habrán comprobado el nivel de resistencia del corazón y el resto del cuerpo ante chute de adrenalina de la caída libre y el tiempo necesario para reponer la hormona.

    CURVAS. Lo ha dicho con un lenguaje llano para que lo entendiera todo el mundo. La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, ha advertido, el segundo día de agosto, que hay que agarrar con fuerza el volante y no quitar la vista de la carretera, porque vienen curvas. Que haya más o menos dependerá del transcurso de la guerra de Ucrania y del control de los precios, pero el otoño se presenta a la vez caliente y con la calefacción templada a 19 grados.

    O sea, que ha venido a reconocer que la crisis está en puertas, que la recesión es una posibilidad más cercana, pero el PP sale con el papel escrito y su coordinador general, Elías Bendodo, dice que a Pedro Sánchez se le está poniendo cara de Rodríguez Zapatero que se negaba a pronunciar la palabra crisis harta que la crisis estaba a punto de pasarle por encima.

    Pero sí, el Gobierno de Sánchez sí reconoce la inminencia de la crisis después del peor mes de julio para el empleo en los últimos 21 años. Sin paños calientes, vienen curvas. Y a buen entendedor...

    07 sep 2022 / 22:14
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