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Cambio climático

    PENDIENTES, hace ya unas semanas, de las elecciones en Colombia, y en Francia, para ver si revivía el macronismo o se veía obligado a una cohabitación con las fuerzas de izquierdas dirigidas por Jean-Luc Melenchon; del visto bueno a la candidatura de Ucrania para entrar en la Unión Europea, y del devenir de la güera en Ucrania, parece que se olvidaban otras circunstancias que afectan de modo global a todos los habitantes de la Tierra, que ven como cada año son más frecuentes, más intensos y más devastadores los fenómenos climáticos que causan desertificación y sequía y con ello migraciones y hambrunas que afectan a millones de personas.

    Para abordar esas cuestiones Madrid ha sido la ciudad anfitriona de la celebración del Día Mundial de la Desertificación y la Sequía. La climatología ha querido que esa jornada se celebrara en medio de una ola de calor inusitada para las fechas del año que ha dejado una secuela de incendios en zonas en las que el fuego es un elemento más de los que contribuyen a la desertificación del terreno.

    La intervención del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, del comi-
    sario europeo de Medio Ambiente, Vir-
    ginijus Sinkevicius
    , del presidente de la COP15 de Desertificación, el costamar-
    fileño, Alain-Richard Donhawi, entre otros expertos, da idea de la importancia de una convocatoria en la que también
    intervinieron el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta ter-
    cera, Teresa Ribera.

    Y es que cada año, las sequías afectan a 55 millones de personas en todo el mundo, mientras que la intensificación de la desertificación ha aumentado en las últimas décadas en algunas zonas áridas, que cubren alrededor del 46,2% de superficie terrestre mundial en la que viven 3.000 millones de personas de las que 500 millones –las más afectadas– viven en el sur y el este de Asia, en la región en torno al Sáhara, incluido el norte de África, y en Oriente Medio.

    Cambio climático y desertificación se retroalimentan, porque el primero contribuye al aumento de la segunda y la desertificación contribuye a aumentar el calentamiento global. Por eso, el mensaje de todas las autoridades ha sido contundente al subrayar que es el momento de actuar y de hacerlo ya cuando todavía se puede revertir el calentamiento global y minimizar los efectos del cambio climático –“Negarlo es un insulto a la inteligencia”, ha dicho Pedro Sánchez–.

    Para revertir esa situación hay un cierto consenso básico sobre las medidas a adoptar, pero que no acaban de ponerse en marcha, como aportar fondos públicos y privados para hacer una realidad el desarrollo sostenible, y dar pasos sin descanso hacia la transición energética mediante el uso de las energías renovables, y no menos importante, abordar una transición industrial porque son las grandes empresas las que se encuentran detrás de buena parte del cambio climático.

    12 jul 2022 / 01:00
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