Carta abierta a Merkel

ESTIMADA señora: España, que pasa por su peor momento político, económico y social desde 1977, precisa la ayuda de Europa. El Gobierno, por inexperiencia, tamaño y división internas, que le impiden tomar decisiones rápidas y eficaces (de ahí la tardía reacción e ineficiencia en la epidemia), por su escasa credibilidad (dada su opacidad, mensajes confusos y contradictorios e ideologismo populista a través de una eficaz propaganda), ha llegado en poco tiempo a suscitar una extendida desconfianza en la mayoría de la población y en el grande y pequeño empresariado.

Nacido de una alianza extremista tras una mayoría muy ajustada, dividido en numerosos e innecesarios ministerios para satisfacer a sus acreedores políticos, carente de la unidad imprescindible para cualquier operatividad, está cosido a remiendos con grupos radicales en pugna y algunos socialdemócratas en riesgo de irrelevancia. Esos grupos velan por sus intereses radicales y nada aportan a la exigente confluencia de voluntades y esfuerzos dada la extrema gravedad de la crisis. A este Gobierno mal cosido a retazos con socialdemócratas, ultraizquierdistas y separatistas llamó el propio partido socialista Gobierno Frankenstein para describir una naturaleza aberrante. Carece no solo de la diligente capacidad gestora que la situación requiere (que suple con impostada gesticulación) y de la consistencia interna que la hace posible, sino que está incapacitado para movilizar en torno a objetivos comunes al conjunto de fuerzas sociales del país en la tarea de reconstrucción, siendo más bien factor de enfrentamiento y desunión. Construido por una extraña alianza sin parangón en Europa, con parte de sus miembros que tienen como horizonte utópico las dictaduras socialistas americanas o el desmembramiento del país, ha venido designando para puestos clave que exigen reconocida cualificación, experiencia y prestigio para poder afrontar de forma enérgica y eficaz esta gran crisis, a personas que responden mejor al ideologismo retórico de los manuales escolares de la vieja RDA (DDR) de Erich Honecker que usted conoció.

Mucho le agradeceríamos que a través del prestigio e influencia que usted conserva en Europa pudiese contribuir a que cualquier ayuda a la reconstrucción exija del Gobierno español formas obligadas de cooperación y coordinación con el conjunto social y no la actual actitud de cerrada secta que concibe la vida política desde una retórica y una vieja palabrería similar a la de tiempos de la guerra fría.