Chulería y desidia

UNA nanocreatura patógena sin saberlo ha puesto al descubierto la inconsistencia de ciertas pretensiones tramposas y negligencias imperdonables. La triple crisis que nos asuela proporciona el pretexto para revisarlas una tras otra.

La más gorda es que España dispone de uno de los mejores sistemas de salud pública del mundo, afirmación con la que quisieran los autores tapar los recortes perpetrados a título
de austeridad y con la promesa de mantener la calidad mejo-rando la gestión (sabiendo que así favorecían la privatización). Es cinismo redomado celebrar la entrega sacrificada y en
muchos casos heroica del per-sonal sanitario, víctima de la
falta de prevención de emergencias que el jodido bichito puso de manifiesto.

Viene después la irresponsable negligencia de los partidos políticos que no se molestaron en cumplir el precepto constitucional de un Senado entendido como “Cámara de representación territorial”, donde representantes de las comunidades autónomas y del Gobierno central tratarían todos juntos los asuntos que afectan a aquellas: en un esquema que se pretende federalizante, no cabe la negociación bilateral que permite acuerdos con apuntes en las cuentas de terceros.

Situación que ejemplifica el disparate conceptual de mantener la oposición entre Estado y comunidades autónomas, como si no les constara a quienes lo repiten una y otra vez que estas constituyen igualmente Estado, y cae de cajón que lo que beneficia a las partes beneficia al todo. Nuestros representantes no acaban de caer de la burra: la administración correcta de la diversidad territorial tiene que ser leal con el esquema jurídico-político acordado en su día, la coherencia obligaría a reformarlo si procede.

Lástima que nuestra dirigencia no advierta las consecuencias de tomarse la Carta Magna a beneficio de partido incumpliendo sus mandatos y previsiones. Políticos de pacotilla son los que ignoran que dejar que los problemas se pudran es cebarlos.