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Cobrar y pagar

    ¿QUÉ le conviene más a un partido nacionalista: una buena posición en su propio parlamento “nacional” u otra fructífera en el “estatal”? Miren los frutos que le rindió y le rinde al nacionalismo catalán tener en el Congreso de los Diputados un grupo suficiente como para condicionar la gobernabilidad del Estado. ¿No le sacó a eso más provecho que a su propia posición en el Parlamento de Cataluña? Yo creo que sí, incluso cuando en ese Parlamento no disfrutase de una posición mayoritaria.

    Pujol enseñó catalán en la intimidad cuando gobernaba en Cataluña y cuando no. Y ERC tiene hoy una capacidad de presión sobre Pedro Sánchez que no se mide por el número de sus diputados autonómicos sino por los que tiene en Madrid. Que pesa más el tal Rufián en la capital que su equivalente en Barcelona.

    Tampoco le va mal al PNV la administración de los apoyos que puede prestar o restar a la formación o permanencia de un Gobierno aquí, en España, más que en Bilbao. Y eso que los nacionalistas vascos, no sé si solo después de la frustración Ibarreche o de suyo propio, alardean un poco más elegantemente de ello que sus colegas catalanes.

    Hay, incluso, un dato que avala esta mayor prudencia y correcto formalismo: el Gobierno del País Vasco tiene el apoyo, además del PNV, claro, del Partido Socialista. Habría que pensar si los modos de ERC podrían ser un poco más elegantes, por no decir que menos obscenos, si en Cataluña su socio fuese, en de vez del residuo pujolista, el PSC. Pero ERC no tiene la fuerza suficiente para hacer política en serio.

    ¿Y aquí, en Galicia? Pues poca cosa. El nacionalismo que alcanza representación en el Congreso solo lo logra con un representante, o dos cuando más. Su aportación a la gobernabilidad estatal es residual, a no ser que las circunstancias que los demás definen, no él, vuelva circunstancialmente relevante el residuo.

    Sólo puede aspirar a capitalizar la oportunidad que le brinda la peculiar regulación que tiene el Grupo Mixto en la Cámara Baja de España, que es ciertamente excepcional, concediéndole privilegios que los diputados de los grupos más amplios procedentes de sus mismas demarcaciones no tienen. Que se le ve, vamos, pero sin más.

    Claro que también es cierto que si en las comunidades autónomas se actuase políticamente buscando una representación parlamentaria estatal del tipo de las que tienen los nacionalistas catalanes y vascos, me inclino a pensar que la propia España vendría en ser un Estado inviable. Y es que los nacionalistas casi siempre cobran, pero pocas veces pagan. ¿Tiene gracia la cosa, no?

    16 sep 2021 / 01:00
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