Compostela 2023-2026

SANTIAGO de Compostela suele tener un particular modo de sentir el paso del tiempo. La importancia que, en esta ciudad, se le otorga a la celebración de un año jubilar parece convertirla en algo diferente cuando así es.

Mañana, día 30, se celebrará esa gran fiesta jacobea que es la de la Traslación, con su ofrenda real varias veces centenaria, y pasado mañana se cerrará, después de dos años consecutivos, la Puerta Santa, algo que, como compostelanos, nos adentra, según este criterio, en una temporalidad diferente.

Habrá que esperar al 2027 para volver a vivir, es verdad, un nuevo Xacobeo y, en un momento como éste, cabe
hacer balance de lo acaeci-
do pero, sobre todo, de la forma en que ha de administrarse el tiempo inmediatamente venidero.

Es más que probable que el mundo de los caminos a Santiago, con el ritmo que marcan las estaciones, siga siendo el cauce que traiga aquí, de una forma prácticamente similar, a muchas gentes.

Galicia y Compostela tienen los suficientes atractivos como para que así sea, pero esto no debe de ser un argumento que nos lleve a vivir en una cierta rutina, sino que cabe pensar que una sociedad que quiera progresar ha de hacer lo conveniente para que así sea.

Se deben afrontar, por ello, los años venideros, procurando acometer los cambios per-tinentes.

Estamos a las puertas de unas nuevas elecciones que van a renovar el Ayuntamiento y la Diputación y todos los que se presenten debieran aportar, con argumentos sólidos, las debidas propuestas para que esos cuatro años en los que Compostela no vivirá un Xacobeo sean, en primer lugar, tan relevantes como si así fuese y, en segundo término, marcando unos objetivos ilusionantes, a cumplir, para la ciudadanía en general, más allá de la diversidad de opciones políticas.