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Comunicar es empatizar... no dañar

    CREO sinceramente que todos los que nos dedicamos al mundo audiovisual, empezando por los directivos de las televisiones, deberíamos hacer también el juramento hipocrático que se realiza en medicina, que empieza diciendo que lo primero es no dañar al enfermo. Y digo esto porque hemos asistido hace unos días, a lo que para mi ha sido un espectáculo bochornoso: que es la lucha vergonzosa de las televisiones para obtener la máxima audiencia en las campanadas de Año Nuevo.

    Unas utilizando el morbo en todas las formas posibles, otras criticando el morbo de las primeras, para crear polémica a cualquier precio. Algunas haciendo el ridículo con una forma de estar en escena más próxima a lo que sería una celebración en una comunidad de vecinos, que a lo que debería ser un momento mágico como es tradicionalmente un cambio de año.

    Hay a quien le pueda extrañar que hasta un youtuber famoso se haya atrevido a retransmitir sus propias campanadas, pero es que viendo lo que pasa con las televisiones, es normal que se planteen otro tipo de ideas y formatos, que se adecúen a lo que estos nuevos tiempos han traído en lo que a la comunicación audiovisual se refiere.

    Mirad, tradicionalmente, muchos de nosotros crecimos con una televisión que tuvo completamente separados los conceptos de cultura y entretenimiento, de tal manera que había pocos, pero selectos programas, dedicados a una élite intelectual, que encontraban en programas como La clave, de José Luis Balbín, los programas de libros de Sánchez Dragó, los programas de entrevistas inteligentes de Pedro Ruiz o del Loco de La Colina, los de la 2 de TVE en general, un oasis entre tanta programación ligera por definirla de algún modo, cuyo único objetivo era entretener.

    Este esquema desgraciadamente fue degenerando con el paso de los años y cada vez ha ido siendo más difícil encender la televisión para algo más que no sea anestesiarse y evadirse de una vida que por muy diversas razones le resulta dura, monótona, aburrida a muchas personas, que encuentran en estos programas una píldora para no pensar. De tal modo que cada vez se han polarizado más los usos y costumbres del fenómeno televisivo.

    Así, hay personas que pasan horas y horas frente a la caja tonta, sin recibir para sus vidas nada positivo en ningún sentido, y otros que ya ni la encienden porque no sienten que haya nada en ella que les pueda servir para nada ni interesar, perdiéndose así esos pequeños oasis culturales o de entretenimiento sano e inteligente, que todavía quedan algunos.

    Yo llevo más de 25 años trabajando en la tele, primero como colaborador en programas de salud, después como presentador de programas en directo, y desde hace 16 años, en que creé Españoles en el mundo, como productor, director, guionista y presentador o actor de mis propios proyectos audiovisuales: películas, series, documentales y programas de televisión. Y decidí dedicarme a ello porque comprendí que el audiovisual era el motor más potente para cambiar el mundo, y porque no me parecía aceptable el concepto de que la cultura y el entretenimiento no fueran unidos.

    Pensé que había que dejar de insultar ya a la población y demostrar que se podían hacer cosas que aportarán algo positivo a la sociedad y que a la vez las quisiera ver un gran porcentaje de la población. Bueno pues a pesar del éxito indiscutible a todos los niveles, de crítica, público, prestigio, utilidad... me tocó y me toca seguir discutiendo con los directivos de las televisiones y de las plataformas, para que apuesten por contenidos que cumplan con requisitos de cultura, entretenimiento, servicio público, teniendo en cuenta de que la gran oferta de canales hace que tener un 10% de share, sea para la mayoría un gran éxito, por lo que no hay riesgo.

    Creo sinceramente que los que nos dedicamos a este oficio, tenemos una gran responsabilidad con la sociedad, ya que tenemos el poder de ser la voz de los que no la tienen, de luchar contra las injusticias, de luchar a favor de los Derechos Humanos, de generar reflexión, de promover el pensamiento crítico, de mejorar la vida de las personas, de ayudar a construir una sociedad mejor, y además se puede hacer de manera que la audiencia disfrute y celebre esos contenidos.

    Dejemos ya de mentir diciendo, muchos directivos de televisión y plataformas lo hacen, que le damos a la gente lo que quiere ver. ¿Pero que irresponsabilidad es esa? Se podría demostrar fácilmente que si pusiéramos asesinatos o violaciones en directo en televisión a las diez de la noche, tendría una gran audiencia porque así somos también los seres humanos de morbosos, pero nadie entendería ni justificaría que se hiciera, ¿verdad?

    Por eso digo, y yo lo sé porque he podido demostrarlo desde hace 16 años, que si hacemos productos audiovisuales blancos, no morbosos, interesantes, inteligentes, que aporten algo bueno a la sociedad y al mundo, la audiencia lo recibe con los brazos, la cabeza y el corazón abiertos, porque la realidad es que cada vez somos más los que estamos cansados de la manipulación y la basura que se nos mete a través de las pantallas, lo que provoca que huyamos de ser espectadores de una herramienta que, bien utilizada, generaría muchas cosas positivas para todos.

    A la fecha de hoy, ya he recibido más de 10.000 mensajes de espectadores dándome las gracias por la serie documental El camino interior, un último ejemplo de todo lo hablado en este artículo. La podéis ver en Movistar y en RTVEplay. Y estoy esperando a que TVE me diga qué día se empieza a emitir en el prime time de La 2, como hemos acordado.

    Esto hará que más millones de personas puedan disfrutar y beneficiarse de esta serie que tiene como objetivo ayudarnos a todos a salir adelante de esta situación de miedo, ansiedad, incertidumbre, depresión subclínica, crisis existencial que gran parte de la humanidad padece, habiendo sido agravada por la pandemia. Os recomiendo de corazón verla a todos, y, si podéis, en familia.

    Comunicar es empatizar, así que creo que me voy a plantear retransmitir mis propias campanadas el año que viene. ¡Que comencéis bien el año!

    08 ene 2023 / 01:00
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