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RESEÑA MUSICAL

“Concertos nos barrios”: “RFG” con Paul Daniel

    Tiempo de visitas divulgativas de nuestra “RFG” con su titular Paul Daniel, en un programa que se centrará en pasajes escogidos de obras fundamentales una curiosidad como “Aux ètoiles” (A las estrellas), de Henri Duparc. Tres días consecutivos comenzando en el Centro de Sta Marta-19´30 h.-, para continuar al día siguiente en el Centro Cultural de Area Central, a la misma hora y completar el viernes en la Igrexa de Conxo. El Beethoven de juventud a través de la “Sinfonía n º, en Do M. Op. 1”, del que según lo dicho, se reservan algunos pasajes tomados de sus cuatro movimientos. Obra vienesa editada por Hoffmeister, en Leipzig, en 1801, y que en su orquestación, presenta sección de cuerdas, 2 flautas, 2 oboes, 2 clarinetes, 2 fagotes, 2 trompas, 2 trompetas y timbales. En resumen y en cuanto a la obra, parece incuestionable que resume la perfecta asimilación del lenguaje clásico vienés, dejando en evidencia que es el primer ensayo en el que cobran forma los elementos que caracterizan las sinfonías juveniles del autor: un tranquilizador equilibrio tonal, la ausencia de experimentalismos demasiado aventurados, la búsqueda de la ampliación armónica en los desarrollos, la extensión de los movimientos, la acentuación algo rústica de algunos episodios y en definitiva, la afición a ciertos efectos vistosos.

    En el asunto de la dedicatoria de la obra, se habló del elector Max Franz, como dedicatario, quien se había ayudado generosamente en aquellos años. Max Franz, falleció mientras la estaba escribiendo, por lo que acabaremos encontrándonos con otra figura clave en su vida, el barón van Swieten, amigo y compañero, al que dedicará obras en años posteriores, mecenas que a mayores, tendrá también relaciones con F.J. Haydn y W.A, Mozart y que llegaría a ser director de la Biblioteca Imperial. Van Swieten se había labrado una sólida reputación en los ámbitos culturales y musicales, en Viena, contribuyendo intensamente a la promoción de nuevos talentos y al descubrimiento de los barrocos precedentes, Haendel y J.S. Bach, invitando en las reuniones de sus salones, a la nobleza, para formar parte de la Sociedad Musical, creada precisamente para tal fin. Fue en una de aquellas sesiones, donde el “Divino Sordo” conoció a la flor y nata de aquella Viena, con la que inevitablemente, acabará teniendo profundas diferencias. Una Viena, entonces, rica e ilustrada, además de hospitalaria y apasionada por la música. La “Gaceta” de la ciudad, había anunciado la puesta del Teatro Imperial, al servicio de Beethoven y que confirmará la fecha para la presentación de la sinfonía, el 2 de abril de 1800, después de un anuncio previsto para el 26 de marzo. Como era común entonces, a la sinfonía se añadirían una amplia serie de otras composiciones.

    F.Mendelssohn con la Sinfonía nº 4, en La M. , Op. 90 (Italiana), el romántico-clásico, perteneciente a una familia ilustrada y de abolengo, y reconocido por la historia gracias a la labor entregada a la recuperación de J.S.Bach. Como su propia época, se le apreciará por su genialidad bifronte, en parte por esa preocupación por las “Pasiones” bachianas. En la temporada anterior, pudimos escuchar su oratorio “Elías”, en interpretación de la “OSG” y su coro. Puestos en materia, en lo relativo a esta sinfonía, se acepta que es probablemente la más equilibrada en su conjunto, marcando en detalle algunas características de importancia, como el tratamiento de danzas procedentes de los estilos típicos- saltarelos o tarantelas-, evocando en gran espectro un romanticismo si cabe convencional y que con precisión detallada, no alcanza lo que recibiremos de Berlioz, el obras como “Harold en Italia”, aunque manifieste una escritura de gran talento.

    Virtud por excelencia y muestra ejemplar con respecto al resto de sus otras sinfonías, son los hallazgos memorables en esa habilidad en saber vestir pictóricamente melodías puramente populares, provenientes de un entorno al que sabría aproximarse. A ello contribuye con eficacia el “Allegro”, y que se encumbrará a su máxima expresión en el “Presto” final, en su acentuada forma de tradicional “saltarello”, en las cercanías de la “tarantela” napolitana. Un modelo de entusiasta asimilación de esas fuentes a las que quiso sentirse tan cercano.

    Henri Duparc, alumno que había sido del insigne César Franck, quien tuvo la deferencia de dedicarle la “Sinfonía en Re m.” , se dejó tentar por el wagnerismo en una Francia enfrentada entre facciones de los adeptos a la estirpe de Bayreuth y sus claros opositores. En esa puja, con encontramos con otro músico de gran talla, Chabrier. Será precisamente un viaje a Weimar, quien tenga la última palabra, permitiéndole conocer a Ferenz Liszt y a Richard Wagner. “Aux étoiles” (A las estrellas) es obra escasamente programada y un reflejo de su imaginación creativa, con fundamentos en la “Rusalka” de Puchkin, típico drama romántico y lírico sobre el que trabajó el compositor una década antes, y que completará en 1874, antes de ser modificado en 1911. Un sencillo entreacto de pretensiones elegíacas.

    05 oct 2022 / 01:00
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