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Confianza en uno mismo

    AHORA que nuestro itinerario viviente está inmerso en la era digital, constituye un requisito previo la confianza en uno mismo, ya no sólo para la futura competitividad global, sino también para salvaguardar principios y valores como la igualdad, la democracia y el estado de derecho. No podemos caminar con esta frialdad de espíritu, en parte porque nos deshumaniza por completo; pero, además, al desarrollo tecnológico hay que ponerle alma, si en verdad queremos activar una cultura del abrazo que ayude a ver la realidad, bajo otro horizonte de auténtica seguridad.

    Para empezar, creo que es necesario frenar la espiral del miedo y romper el círculo vicioso de los malos modales, que tanto proliferan por las redes sociales, para adentrarnos en otro acontecer menos doloroso y más complaciente internamente, antes de que caigamos en la incitación de adormecernos pasivamente o de caer en la desesperación. Con desconfianza nada se consigue. Quizás tengamos que interrogarnos más y estar abiertos a todas las preguntas. Lo importante es activar la creatividad en la comunicación, favoreciendo una actitud positiva y responsable, que es lo que aviva la unión para reconstruirse.

    La confianza se gana con el diario de nuestra propio transcurrir existencial, con la coherencia sembrada a nuestro alrededor, que es lo que suscita órganos capaces de entusiasmarse y conmoverse; pues, son como faros en medio de la oscuridad de este mundo. En cualquier caso, nunca es tarde para construir un nuevo pacto social que brinde protección, certidumbre y amistad entre moradores. Puede que sea nuestra gran tarea pendiente, hallar el modo de sustituir el desequilibrio sembrado con el terror, por el equilibrio inherente a nuestra familiaridad social. De ahí, lo trascendente de hacer familia, con el estímulo de abandonar fronteras e inútiles frentes.

    Los líderes, con sus gobiernos al frente, han de respetar ese clamor popular para generar ilusión y compañía, máxime en un tiempo en el que cada vez más ciudadanos necesitan asistencia humanitaria. Por desgracia, nuestra debilidad se acrecienta precisamente por esa falta de colaboración entre unos y otros, fruto de una ignorancia tremenda que nos deja sin palabras.

    26 ago 2022 / 01:00
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