Confinados en Navidad

EL Gobierno debe decretar el confinamiento domiciliario cuanto antes. He explicado en esta columna que no es necesario un nuevo decreto de alarma ni acudir, por tanto, a solicitar una nueva autorización del Congreso. El texto vigente proporciona suficiente cobertura constitucional para adoptar esta medida.

Por más que se empeñen algunas autoridades, las próximas fiestas navideñas tienen que encontrar a la población en sus casas, sin reuniones ni algarabías en las calles.

Es ingenuo pensar que los ciudadanos vayan a renunciar voluntariamente a las reuniones navideñas. Si no queremos encontrarnos con una carnicería a finales de enero, hay que ordenar los confinamientos domiciliarios en Navidad.

De nada servirá que los coches se queden parados en los garajes y los billetes de avión o de tren en los cajones durante el puente de la Constitución si seguidamente se llenan los centros comerciales y se disparan los desplazamientos entre localidades.

No hay dudas de que la evidencia científica nos ha demostrado que el coronavirus se propaga mucho más en aquellas zonas con alta movilidad. Así es como se transmite el virus, en las zonas con mayor concentración de población, mayor cercanía unos con otros, mayor densidad y mayor movilidad de unas zonas a otras. Es decir, un agrio caldo de cultivo muy propicio en estas fechas.