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Controversias

    ¿DEJARÍAS a tu padre caminar solo, diez metros por detrás de ti, cuando se encuentre enfermo, mayor y desvalido, sólo para mejorar tu imagen pública y tu trayectoria profesional? ¿Renunciarías a garantizar la indisolubilidad de un Estado para mantenerte en el poder? ¿Cómo equilibrarías, en caso de una ruptura, tu derecho a exponer tu versión de los hechos con los derechos de terceros a conservar los suyos? ¿Callar o denunciar, concentrar o segregar, vida personal o profesional? Y tú, ¿qué harías?

    Lo de la familia real en el funeral de Grecia me parece una imagen desafortunada. Porque el rey Juan Carlos, más allá de lo que hiciera o dejara de hacer, y le pese a quien le pese, es el padre del rey Felipe. Sin él, Felipe no sería rey. Es más. Sin él, Felipe nunca hubiera aprendido a serlo. Y aunque luego pasara lo que pasó, que dicho sea de paso, nunca sabremos muy bien ni qué ha sido ni por qué, quien reniega de su pasado pone en riesgo su futuro. Seguramente, como muchos dicen, la distancia pública entre los dos reyes se acorte, y mucho, en privado. Pero nunca me han gustado las personas que reniegan en público de sus padres. Tenía que decirlo.

    Seguramente la sombra de Sánchez es alargada y las muestras de cordialidad entre padre e hijo deban esperar a relevos políticos menos hostiles con la monarquía. Mientras tanto, sea como fuere, a los españoles no nos va a quedar otra que ir cambiando dichos del estilo de “vivir como un rey” o “estar a cuerpo de rey”. Que no digo yo que no tocara. Lo que me indigna son las formas. Y claramente, un padre es un padre, por mucho que sus acciones te salpiquen. Mientras que, como diría mi madre, a Gerard lo encontraste en la calle. ¡Y qué frío!

    Entre tanta gelidez, el año político se presenta caliente. Y yo me pregunto: ¿vale todo? ¿Un hijo es un hijo y un padre es un padre o un padre no es padre si expone a sus hijos? Parece que me salió un Mariano. Espero que se me entienda porque la pregunta, aunque parezca baladí, resulta capital.

    En caso de conflicto, ¿qué derecho prevalece? ¿Vale todo por un pique? ¿A quién hay que hacer más casio, a quién llora o a quién factura? Es más. En ciertos contextos, ¿se puede facturar sin llorar? Según el refrán, complicado. Porque “quien no llora, no mama”. Pero twingo la esperanza de que, en este país que eleva tantas veces a los altares al plañiderismo, muchos entiendan de que no es lloro todo lo que reluce, por más que dé pena.

    19 ene 2023 / 01:00
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