y mujeres

ALEMANIA, Nueva Zelanda, Islandia, Singapur y Noruega, estos cinco países presentan los mejores datos de eficiencia en la lucha mundial contra la covid-19. Y los cinco tienen en común que son mujeres las que ocupan los cargos de cancillera, presidenta o primera ministra.

Las mujeres son protagonistas en las tareas cotidianas durante esta maldita pandemia, en hospitales, centros de salud o supermercados. Cada vez hay más mujeres en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y en los consejos de administración de las empresas; por no hablar de la judicatura, en donde desde hace tiempo son mayoría. Sin embargo, a pesar de su abultado número de ministras, todavía ninguna ha llegado a presidir el Gobierno de España.

No es una cuestión de esfuerzo o sensibilidad, ni de un simple resultado de aritmética sociológica: se trata de una constatación empírica de que las mujeres son mejores y más eficaces gestoras y administradoras de la cosa pública.

“¿Mujeres de ideas? No, nunca he tenido una / Jamás repetí (por pudor o por fallas nemotecnicas) / ¿Mujer de acción? Tampoco / Basta mirar la talla de mis pies y mis manos”, escribió Rosario Castellanos, una de las voces fundamentales de la literatura en español y del pensamiento crítico del siglo XX.

Y la poeta mexicana nos termina diciendo: “Mujer, pues, de palabra. No, de la palabra no / Pero sí de palabras, muchas, contradictorias, ay insignificantes... Pero si es necesario una definición / para el papel de identidad, apunte / que soy mujer de buenas intenciones / y que he pavimentado / un camino directo y fácil al infierno”.

Necesitamos más mujeres de buenas intenciones y decisiones que nos saquen de ese infierno donde las hemos metido los hombres.