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Creencias y coherencia

    CREENCIAS religiosas, ideas políticas, sociales y cualesquiera otras, que no sean contrarias a la convivencia, merecen respeto, con independencia de que se compartan o no.

    Sin embargo, cambiar drásticamente en la forma de pensar cuando se tiene madurez y formación, puede resultar llamativo, máxime si la metamorfosis se produce en quien ostenta una alta representación.

    El fariseísmo y el fingimiento no concitan esa respetabilidad a la que me refería, al pretender aparentar lo que no se siente o no se comparte, con el objetivo de ser aceptados, valorados o disfrutar de ventajas.

    La forma en que la reina Leticia ha venido desempeñando su función ha supuesto una popularización de la Monarquía.

    Sin embargo, ha sorprendido la actitud de la reina durante la reciente ofrenda al Apóstol Santiago, hierática, impasible, cuando el rey y sus hijas hacían la señal de la cruz. Según parece, esta actitud se ha repetido en otras, pero no fueron tan divulgadas.

    La apariencia sugiere que fue un acto consciente, con el que pretendería evidenciar que no comparte las creencias religiosas de su esposo y sus hijas. Respeto sus convicciones y me llama la atención la incoherencia.

    Tuvo un primer matrimonio civil y lo hizo por segunda vez conforme a las normas de la Iglesia, en un acto público y, a la vista de su actitud en la ceremonia, consciente de los compromisos que asumía, más tarde corroborados con la educación de las hijas.

    ¿Qué ha sucedido en los últimos años para que, al menos en apariencia, se haya producido esa transformación?

    Sólo ella sabe si la boda real fue sincera o apariencia. En el segundo caso, si fue una mera formalidad desde su postura de no creyente, debió mantener la misma actitud en los años siguientes por respeto a la institución, a su esposo, a sus hijas y a los españoles. Por el contrario, si fue sincera y variaron sus convicciones, tal vez hay alternativas para resolver situaciones como la que comento.

    Flaco favor hace a la Monarquía, a su esposo, a la princesa, a la infanta y a los españoles, pues facilita la crítica a quienes son contrarios a la institución; como sucedió con determinadas actuaciones del emérito.

    Felipe VI, la princesa Leonor y la infanta Sofía desempeñan su función con dignidad y prudencia, y por ello se han ganado el respeto y el cariño de una gran parte de los españoles, pese al entorno familiar y a los partidos políticos que no desaprovechan ninguna ocasión para alcanzar su objetivo: socavar la Monarquía y procurar el cambio de régimen.

    10 sep 2022 / 01:00
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