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De Baby Boomers...

    AYER me imaginaba la conversación que podrían haber tenido mis padres con la médico el día que yo nací...

    “¡Enhorabuena, señores!”, podría haber empezado la ginecólogo por decir... “¡Han tenido ustedes un baby boomer!”. “¿Y eso que es?”, preguntarían mis padres sobrecogidos. “¡Parabenícense!”, diría la facultativa con ilusión. “Salvo por un par de incidencias sin importancia, a lo sumo tres, ésta va a ser la mejor generación de la historia de España. Tendrán la suerte de poder estudiar mucho. Tanto, que conocerán hasta siete modelos educativos”. “Caray” –pensarían mis padres. “¿No sería suficiente con uno pero que fuera bueno?”. Pues no. En España somos así. Lo hacemos todo a lo grande.

    “¿Pero ha sido niño o niña?”, preguntarían mis padres con interés. Téngase en cuanta que en la España del 74, el sexo del bebé acostumbraba a desconocerse hasta el momento de nacer. “Niño, niña, niñe...”. Respondería la gine. “¿Acaso importa? Lo importante es que crezca feliz, ¿no creen? Puede ser niño en apariencia, pero sentirse niña. Puede tener genitales de niña, pero querer ser niño. Puede que no quiere evidenciar sexo estereotipado alguno. Puede que decida cambiar su sexo. Y al expresar su sexualidad, podrá escoger entre tantas opciones como modelos educativos haya conocido. ¿Es o no es la España de sus hijos la tierra de las oportunidades?”. Seguramente mis progenitores, incrédulos, se hubieran encogido de hombros.

    “Miren si les espera un futuro cierto y feliz, continuaría diciendo la doctora, que sus hijos, hijas e hijes aprenderán a decir no cuando sea preciso, desprendiéndose así de la tiranía del tener que decir sí. Sin embargo, a veces tendrán que decir sí bien alto y claro para que nadie pueda confundir un no con un sí. ¡Pura riqueza lingüísitica! Dominarán el lenguaje como nunca. Y para que no se les escape ninguna expresión, aquí les dejo un manual de lenguaje inclusivo, que es lo más de lo más para la generación más top de nuestra historia”.

    “¿No sería mejor que nos regalaran una buena enciclopedia?”, cuestionarían mis padres sin dudar en plena época de eclosión de la Larousse. “Despreocúpense. En el futuro estudiar para aprobar ya no será una prioridad. Condenar a los alumnos por un suspenso será considerado elitista al ser una medida que machaca a los de abajo y favorece a los de arriba”. Seguro que mis padres no darían crédito a semejante mensaje, más propio de slogan de limpiador: “¡El evaluar para desprestigiar se va a acabar!”

    Pero, proyectando a futuro: “¿Tendrán cubiertas sus pensiones, verdad?”. Continuará...

    08 jul 2021 / 01:00
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