política minúscula, periodismo maiúsculo

Vistas las cosas que le ocurren, convertido en el pimpampum de la oposición, en el saco de los golpes que le propinan indirectamente a Pedro Sánchez, no es descartable, don José Félix, que cada vez que le toca defender ante los padres de la patria su controvertida manera de hacer encuestas le venga a la memoria el legendario número de Les Luthiers, con el enorme Marcos Mundstock que estás en los cielos convertido en Warren Sánchez, pícaro embaucador y sacerdote de una secta que anunciaba el fin del mundo y clamaba ¡arrepentíos!, mientras sugería, irónico: “Únase a Sánchez y le garantizo que tarde o temprano se arrepentirá”.

Eso, que se arrepienta, es exactamente lo que buscan Pablo Casado y Santiago Abascal, la extraña pareja, que reaccionan ante cada barómetro del CIS como si en él se anunciase el apocalipsis zombi, sin querer darse cuenta de que lo que usted cocina a su manera coincide después a grandes rasgos con las radiografías del resto de institutos demoscópicos.

Lógicamente, digo, porque puede que tenga tics de tahúr del Misisipi, señor Tezanos, y hasta puede caer en la tentación de disfrazarse de Tamariz para hacer magia potagia con los datos que recopila el ejército de encuestadores y analistas del CIS, pero su algodón no engaña (tanto). Por algo luce un sólido currículo de catedrático en Sociología y no le quita el sueño su merecida fama de prestidigitador.

Convencido de que en esta terrible nueva normalidad impuesta por el bicho es más necesaria que nunca la templanza, velas vir y huir de histerismos catastrofistas, déjeme decirle que aprecio en lo que vale su fina retranca. Francamente, don Jo-sé Félix, roza la genialidad la receta que les regaló esta semana a los diputados de la Comisión Constitu-cional del Congreso: “No confíen ustedes en las encuestas, porque son un modelo de medición muy relativo”. Yo lo traduzco por dejen de marear la perdiz del CIS y dediquen su tiempo a solucionar los problemas reales de los españoles.

Han corrido ríos de tinta sobre las manipulaciones del CIS de Tezanos –habelas, hainas–, sobre su rol de escudero de Pedro Sánchez, sobre el sesgo de esas preguntas (mal)intencionadas que usted cuela en las encuestas. Y cuando el río suena, suele llevar agua.

Gobierna el gran think tank demoscópico público a su manera, don José Félix, y levanta polvaredas barómetro tras barómetro. Sé que no va a cambiar, como sé que todas esas polémicas tienen mucho de postureo y que su importancia es relativa. Eso sí, su fidelidad a Sánchez le pasará factura –es una ley política no escrita– y tarde o temprano se arrepentirá. O no. Entretanto, siga con salud.

Política minúscula, periodismo maiúsculo

A Xabier Fortes, periodista de TVE

Din que caeu en desgraza, don Xabier, porque non lle bailou a auga a Rosa María Mateo cando a administradora única –provisional?– de RTVE quixo facer coincidir o debate das eleccións do 28-D –que tempos aqueles!– co de Atresmedia. Din que os boísimos datos de audiencia de Los desayunos non frearon a vinganza –un prato que sabe mellor cando se serve frío– que o devolve ao Canal 24 Horas e ao formato do informativo nocturno no que xa brillou entre 2011 e 2012.

Poida que sexa así, poida que non e que Enric Hernández non sexa ese Rasputín que mece a cuna dos cambios e move os fíos para que se cumpra a maldición de calquera televisión pública: un xoguete que o poder manexa sen disimulo ao servizo dos seus intereses. En calquera caso, vostede asume o cambio con elegancia, sen entrar no lameiro da caza de bruxas: “Enric ten unha idea, hai que aceptalo. Non pedín explicacións cando me nomearon, non vou pedilas agora que me cambian”.

Pero o que a min me importa, señor Fortes, é poñer en valor a intelixente defensa que fixo do periodismo libre e responsable, estoutro día, fronte aos ataques do deputado Espinosa de los Monteros, a conta da parcialidade dos informativos da tele pública, milonga que cantan esquerdas e dereitas en función de a quen lle toque gobernar.

A súa resposta ao político ultra –“ten todo o dereito vostede a dicir que somos súbditos do Goberno e nós a dicir que somos periodistas que nos equivocamos e acertamos, e que entrevistamos aos políticos coa liberdade na que nos educaron cando estudiamos esta profesión”– é de chapeu e a guinda do seu zasca, don Xabier, de antoloxía: “Igual que vostedes din que a televisión pública é de todos porque a pagan, tamén nós pagamos aos políticos para que fagan política con maiúsculas”.

Hai días nos que un se sente especialmente orgulloso de pertencer á tribo dos periodistas, señor Fortes. Apertas admiradas.

Sic Transit Gloria Mundi

Eduardo Mendoza, escritor, en El País: “No hay épica, estamos en casa esperando a que pase el chaparrón. Claro que he tenido miedo, otra cosa es exteriorizarlo y hacer con eso literatura”.

Lo que sí hace el escritor que noveló La ciudad de los prodigios, que nos contó La verdad sobre el caso Savolta y que nos guio por El laberinto de las aceitunas, desternillados de la risa, es darnos un baño de realidad. Lo que el bicho ha hecho, principalmen- te, es confinarnos en un paralizante estado de pánico, sacar a flote pequeñas miserias mal disimuladas con aplausos a las ocho de la tarde.

Santiago Lorenzo, escritor, en Fugas: “Nunca me ha preocupado lo de la España vacía. Me asusta mucho más la España llena”.

Su novela Los asquerosos es uno de los grandes hallazgos de la literatura española actual, una pequeña joya revalorizada, la novela, por la distopía brutal del confinamiento. Manuel, su protagonista, huye de Madrid y sobrevive en una aldea abandonada leyendo libros de Austral y comiendo vegetales y lo que su tío le envía de Lidl. Cosas todas de primera necesidad. Descubre muy pronto que cuanto menos tiene, menos necesita. Y es feliz instalado en el decrecimiento y el eremitismo. ¿Les suena a algo?