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Del Tik Tok al tic tac

    tengo que reconocerles que no tenía la más remota idea de esto del Tik Tok, lo que no es de extrañar, dado que se trata de una aplicación frecuentada principalmente por los más jóvenes. Fenómeno de moda, se ha convertido en la más descargada del mundo. Con el auxilio de la inteligencia artificial, los adolescentes se lo pasan pipa, porque con sus videos cortos bailan, cantan, apuestan o realizan sketchs

    humorísticos, sin excluir el acceso a “malos contenidos”. Llegado de China, acaba detropezar con Trump, que amenaza con prohibirla si no es vendida, ya que supone que el Partido Comunista chino puede acceder a gran cantidad de información, favoreciendo el espionaje corporativo.

    La campaña electoral se acerca y el presidente americano agudiza su intransigencia frente a Pekín, unas veces con Hong Kong, otras con el coronavirus, también con el Tik Tok. Y por más que se esfuerza Byte-Dance, la casa matriz del invento, que incluso ha creado un “centro de transparencia” para que expertos independientes puedan analizar las prácticas de la plataforma, Trump sigue erre que erre, arriesgándose a perder en los tribunales y a levantar una ola de indignación entre los usuarios.

    Escarceos de este tenor se inscriben en una tendencia más profunda de la economía, tras la pandemia, aunque algunos episodios estén mediatizados a intereses electorales.

    China se ha vuelto menos atractiva, sus salarios han subido en términos relativos a los de la región y ha tenido serios problemas para alimentar las cadenas de suministro hacia occidente. Las tensiones comerciales y el coronavirus han fragilizado en cierta medida el modelo asiático, pero y sobre todo, el chino, que muestra debilidades no sólo coyunturales. Un ejemplo muy reciente es el de Samsung, que encamina buena parte de su producción hacia Vietnam, y no sólo la empresa coreana, porque también productores de ropa y de electrónica, confirman esa tendencia, iniciada poco tiempo atrás.

    El gran ganador parece ser el Vietnam, pero también Camboya, India, Bangladesh y Malasia, no confirmándose la tesis optimista –e ingenua– del inmediato retorno de la producción a Europa o América, como derivada virtuosa de la pandemia. Y con lo que cuestan estas deslocalizaciones y la reestructuración logística, las decisiones son de largo plazo. El tic-tac del regreso suena inexorable.

    El coronavirus acabó por poner las cosas patas arriba, valorizando el verbo relocalizar. Pero eso no quiere decir que todas esas empresas se vengan “a casa”, aunque algunas lo harán y mirando, principalmente, a algunos países de la antigua Europa del este y a Portugal.

    12 ago 2020 / 00:15
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