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Deseos y recuerdos

    AL empezar un nuevo año los medios de comunicación suelen hacer un balance, señalando los hechos más relevantes sucedidos en las diferentes actividades políticas, económicas, sociales, culturales, deportivas y científico-tecnológicas, tanto de España como del Mundo. También son fechas en que hacen predicciones del año que empieza o en su lugar deseos.

    A nivel individual también es conveniente hacer memoria y preguntarse por lo que nos ha pasado en los diferentes meses del año pasado. Es obvio que recordaremos los grandes sucesos cómo un nacimiento familiar, un fin de carrera, la obtención de un trabajo, un fallecimiento familiar o de un amigo y otros de importancia similar. También hay otros, quizás menores pero que también dejaron alguna huella en nosotros.

    Así, por ejemplo, recordaremos la grata impresión que tuvimos al conocer un sitio en una visita o el encuentro con la naturaleza en otro lugar, el cambio de tarea en el trabajo, el encuentro con personas que nos ayudaron, la sonrisa de un desconocido, el susto que llevamos por los resultados de un análisis médico de un amigo, ... Todas estas circunstancias constituyen el tejido sobre el cual se construye nuestra vida. El parar un tiempo y recordarles nos hace paladear y sentir propiamente la vida, así como ver nuestros errores y la manera de hacerlo mejor.

    Es un motivo de agradecer lo que nos dio este año la vida. También es conveniente recordar cada día lo que nos ha pasado, porque nos permite contemplar y palpar nuestra vida, a las personas cercanas a nosotros, y todo lo que transcurre alrededor de la vida. El mero hecho de que amanezca todos los días y que nosotros lo veamos es un milagro que debemos agradecer, aunque parcialmente tenga explicación física y biológica.

    El recordar el año nos permite también verificar si se han cumplido los miedos y prevenciones que teníamos al empezar el año. Seguro que las cosas han sido muy diferentes a cómo las imaginábamos. La realidad es cómo es, no como pensamos que va a ser. Los miedos nos dan un desasosiego e incluso angustias y sufrimientos innecesario dado que después la realidad es diferente.

    También es el tiempo de desear. Desear más que apetecer. Desear es solo de humanos, mientras que los animales también apetecen. Nos deseamos lo mejor unos a otros. ¿Qué es lo que nos deseamos a nosotros mismos? Por supuesto, hay cosas que todos los humanos necesitamos, como salud, trabajo, casa y las otras necesidades elementales. Además de esas necesidades, ¿cuáles son nuestros deseos?

    Los humanos estamos anclados en lo limitado e incompleto, pero no dejamos de aspirar, soñar y luchar por lo pleno. Es la tensión entre la pesantez de nuestra vulnerabilidad y el vuelo de nuestro deseo de mejora lo que convierte al hombre en buscador incansable. Es esa tensión la que llevó al hombre a salir de los placenteros bosques tropicales y buscar más allá tierras inhóspitas. Es esa tensión la que ha construido la gran historia de la especie humana. La distancia y la carencia nos incentivan continuamente a superarlas. Los humanos somos seres fronterizos en donde se encuentran y chocan sus múltiples carencias y la ruda conciencia temporal con su deseo de vivir para siempre, de ser eterno. Cómo dice el filósofo Kierkegaard: el hombre no puede liberarse de lo eterno.

    El mundo occidental parece encontrarse satisfecho con su bienestar y parece como si no tuviese tensión alguna. La pandemia y ahora la guerra de Ucrania han sacudido ese bienestar. Ojalá que acabe la guerra de Ucrania y todas las secuelas de la pandemia, pero que ello no signifique que recuperemos esa clase de satisfacción que adormece esa tensión y búsqueda que nos hace verdaderamente humanos.

    06 ene 2023 / 01:00
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