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Doctrina ‘Woke’

    ES difícil no sentir que vivimos en un futuro distópico, sacado de series como The Handmaid’s Tale, o de películas futuristas en las que la sociedad vive en el caos. Frente a la nueva realidad (que ya lleva casi una década) el mundo ha creado términos como Woke que significa “despierto”, es decir, consciente de todas las iniquidades. Ser woke requiere estar atento a todas las minorías y exige enfrentarse a cualquier opresión, objetiva y subjetiva. #MeToo es el aspecto más conocido de esta revolución. Pero como ninguna palabra es oficial si no está en el diccionario, y ningún diccionario es más oficial que el Oxfrod English Dictionary, ahora ya podemos confirmar su existencia, porque ya se incluye un registro con su definición.

    El virus de sentirse moralmente superior al resto, creció en las universidades de EE. UU., que han creado verdaderos regímenes fundamentalistas. Estas han pasado de buscar la verdad, la libertad de expresión y el debate intelectual sin ataduras, a cristalizar una ortodoxia identitaria, con el objetivo de liberar al país de sus pecados fundacionales y de paso, del sexo biológico, de la familia tradicional y del libre mercado.

    Como los dogmáticos no toleran herejías, se ataca a los divergentes con cazas de brujas cada vez más draconianas que justifican boicotear a los que se atreven a defender alternativas a lo estipulado por los guardianes de la ortodoxia, o despedir a todos aquellos profesores “molestos” por cuestiones de índole doctrinal e ideológica. Incluso se ha llegado a crear una cambiante neolengua que solo entiende la pequeña casta difusa, erigida en portavoz de los oprimidos.

    Deudora del marxismo, esta ideología ha cambiado la lucha de clases por la lucha de identidades, reduciendo la vida social a un conflicto permanente entre opresores y oprimidos. Su objetivo es la transformación de la cultura y de la sociedad, por tanto, bienvenidos a la guerra total contra todo: la biología, la neurociencia, la psicología evolutiva, las aportaciones de la genética y, en general, contra todo lo que no haya sido santificado por los popes posmodernos.

    “Activistas de la salud”, “La revolución de las terrazas”, “Al paso del más lento y sin dejar a nadie atrás”, son algunos lemas propagandísticos difundidos en los medios para apoyar campañas de seguros médicos, instalaciones energéticas para el hogar o complementos deportivos.

    De este modo, esta ideología, frenéticamente impulsada también por los gobiernos de la Europa con su política de brazos caídos, esta fe progre en la omnipresencia y omnipotencia de lo políticamente correcto, y por supuesto impermeable al sonrojo de lo ridículamente incorrecto, se integra perfectamente en el sistema de la trilogía Trabaja-Consume-Muere. Asistimos a una batalla cultural, que va camino de, si nada lo remedia, imponernos como lluvia fina de abril un nuevo paradigma de vida.

    11 may 2021 / 01:00
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