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¿Dónde está el alcalde de Zalamea?

    ES sabido que la gran mayoría de los alcalde españoles se alzaron contra la pretensión del Gobierno de apropiarse de sus recursos. Sin distingos ideológicos, unidos sólo por el municipalismo, emularon a los célebres Andrés Torrejón y Simón Hernández que han pasado a la historia por aquel bando que plantó cara a Napoleón. En aquel tiempo de un lado estaba Móstoles y del otro el imperio francés hasta entonces invencible, lo cual convertía el gesto municipal en algo ilusorio. Sin embargo ahí empezó todo. El resto de España se fue sumando al llamamiento, los napoleónicos empezaron a sufrir reveses en la península y se inició el declive de un poder destinado a durar siglos.

    Ya en 2020, la primera sonora derrota del Gobierno de Pedro Sánchez se produce por culpa de un conflicto con los regidores. Hasta que los alcaldes se conjuraron contra la expropiación de sus dineros la oposición al Ejecutivo es solamente nominal, limitada a algunas escaramuzas que el sanchismo repele sin ningún agobio.

    Una de las siglas que estaban enfrente, la de Ciudadanos, cambia de bando para iniciar un romance con el presidente que resiste todo tipo de pruebas. Otra, Vox, lanza el guante de una moción de censura para la que se buscan todavía candidato y apoyos, y en cuanto al Partido Popular su situación se parece al programa Pesadilla en la Cocina (Kitchen), con el inevitable Villarejo haciendo de Alberto Chicote.

    Todo parecía en calma hasta que llegó la tormenta consistorial. Ahora el Gobierno rectifica con una agilidad que no demostró Bonaparte ante aquel desafío, y se vuelve a demostrar que el gran poder en España reside en sus ayuntamientos, algo que Calderón de la Barca plasmó en su Alcalde de Zalamea, un drama en el que el mismo rey se va obligado a ratificar la decisión consistorial de ejecutar a un militar y noble falto de honor.

    La rectificación es ágil, oportuna, inteligente, pero tiene sin duda un damnificado que es el alcalde de Vigo y presidente de la Femp. El Gobierno primero lo usa para imponer su primer criterio, pero no se acuerda de él a la hora de presentar el arreglo que ayer se dio a conocer.

    La trayectoria de Abel Caballero hace que sea el más directo sucesor del alcalde de Zalamea porque Pedro Crespo defiende a los suyos por encima de todo, sin importarle el linaje de quien se le ponga enfrente, igual que viene haciendo el regidor de Vigo. Por eso resultó extraño desde el principio que se situara al lado del Gobierno y no en contra en un asunto como éste. Entre socialismo y municipalismo todo el mundo hubiera apostado a que se inclinaría por el segundo, a causa de ese instinto que le ha proporcionado tantos éxitos y para seguir ampliando su leyenda.

    De haberlo hecho así ahora estaría brindando por este triunfo sobre el poder que hizo caso omiso de la autonomía local, pero resulta que la ministra de Hacienda cambia de rumbo dejándolo en fuera de juego. Pudo haber sido una victoria épica del municipalismo capitaneado por Abel Caballero, y así se queda en un triunfo del municipalismo a pesar del presidente de su Federación. Una somera visión histórica hubiese bastado para saber que los alcaldes unidos jamás serán vencidos. Ni siquiera por el invencible Napoleón que iba a gobernar el mundo.

    15 sep 2020 / 00:00
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