Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h
el psicólogo cuenta

De amores y traumas

    Antes de separarse se preguntaron si aún estaban enamorados. Los dos respondieron que no. Y cada uno se fue por su lado. Nuevos caminos, nuevos amores, nuevas vidas. Tres años después, ambos vuelven a formularse la misma pregunta (aunque quizás no sea la misma pregunta), y aún siendo la respuesta también la misma (y quizás tampoco sea la misma respuesta), es decir, que no, se besan, se abrazan, y se supone que reinician una vida juntos. No estoy hablando de nadie que yo conozca. Se trata de la película "El amor menos pensando". La fui a ver con mi mujer hace unos días. La proyectaban en los cines Compostela y lo pasamos muy bien. Reímos. Nos emocionamos. Pensamos. Y al salir, mientras volvíamos en el coche a recoger a nuestro hijo, que se había quedado esa tarde con sus abuelos, íbamos hablando sobre algunas escenas, y volvimos a reír, a emocionarnos, y a pensar. Y yo, después de los despueses, como diría Sabina, aún sigo pensando. ¿Qué es el amor? ¿Qué es una pareja? ¿Qué es separarse? ¿Qué es traicionar? ¿Qué es reconciliarse? ¿Qué es tener un hijo? ¿Qué es querer a un hijo? Poco a poco intento responderme. Con los diálogos del film presentes en mi mente. Con muchos otros diálogos también presentes. Con mis experiencias. Con lo vivido y sentido. Con dudas. Con matices. Pero también con algunas certezas (momentáneas, pasajeras, como cualquier certeza...). Me digo que amar no es imponer. Que amar es respetar. Que amar no es poseer. Que amar es desprenderse. Que amar no es mirarse al espejo. Que amar es ver al otro... Y sin quererlo ya estoy delimitando una forma de amar. "Cuanta gente no hubiera amado jamás si no hubieran oído hablar del amor" sentenciaba en una de sus máximas el filósofo francés Francois de La Rochefoucauld. No sé cuál era su intención al decirlo. Yo lo tomo del mismo modo que le digo a veces a algunos pacientes que vienen convencidos de estar traumatizados por algo que les sucedió, y es que, a lo mejor, nunca se habrían traumatizado si nunca hubieran oído hablar antes de traumas. Eso no niega lo vivido. Más bien al contrario. Le otorga una fenomenología propia, una forma particular de experiencia. Más allá de lo que es esperado y permitido, o de lo que se supone que debo hacer y sentir cuando ya hablo de que "tengo un trauma", o de que "estoy enamorado".

    17 ene 2019 / 21:35
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
    Tema marcado como favorito