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Reseña Musical

“Ecléctica Ensemble”, Mahler y Debussy, en arreglos, para el Teatro Afundación de Vigo

    “Ecléctica Ensemble”, grupo integrado por miembros de la “OSG”, a los que se añaden la pianista Alicia González Permuy y la soprano Clara Jeliohosvschi Panas, se presenta en el Teatro Afundación de Vigo-mañana a las 20´00h.-, con un interesante programa merced a lareduciones a un formato camerístico de dos obras, “Prélude à l´aprés-midi d´un faune”, de C.Debussy, en un trabajo con la firma de Benno Sasch/Schönberg y la “Sinfonía nº 4, en Sol M.”, de Gustav Mahler, en un tratamiento de Klaus Simon. La pianista Alicia González Permuy, fue alumna de Albert Atenelle y Jordi Mora (en música de cámara), Josep Colom, Irina Kariskaia, Manuel Carra y Almudena Cano, antes de trasladarse al “Brabants Conservatorium” de Tilburg, con Ton Demmers y Jan Gruithuyzen, graduándose “Cum Laude” . Continuaría posteriormente con Eugen Indjic (antiguo alumno de V.Horowitz y A. Rubinstein). La soprano Clara Jeliohovsvchi Planas, participó en la ópera “Il Segredo di Susana”, de E.Wolf-Ferrari, junto a Alexandra Tarniceru y Javier Franco, para “Amigos de la Ópera de Santiago” entre otras muchas colaboraciones en nuestra tierra. Rumana, su formación la realizó en el “Conservatorio Stefan Neaga”, de Chisinau, antes de proseguir en la Universidad de Bucarest. Formó parte de la “Operetten Bühne” vienesa, con la que realizó giras por Europa y fue dirigida por S. Comissiona, C.Mandeal, A. Sunshain, I. Wehner e I. Prunner, En nuestro país se dedica también a la docencia, especialmente en agrupaciones corales, colaborando con la pianista Ludmilla Orlova.

    Debussy en el “Prélude à l´aprés-midi d´un faune”, (Preludio a la siesta de un fauno), es la ofrenda musical al altar de Mallarmé, y que el compositor tocaría en principio en el domicilio de Paul Dukas, aunque el trabajo definitivo no llegaría hasta el verano de 1894, tras un intenso esfuerzo. Mallarmé, tenía en mente un ballet, del que los rusos se interesarán más tarde. Debussy se interesó en que el poeta la conociese, y definitivamente quedaría sorprendido por la manera en cómo la poética resultase tan magníficamente tratada. La partitura queda inundada de luz, con un destello mágico e irreal, asimilable a su sensualidad. Como en el segundo acto del “Tristán” wagneriano, el éxtasis erótico resultaría perfectamente estilizado. Pero no con un impulso apasionadamente dramático y la presumible densidad sinfónica. La música suscita imágenes, pero no a través de la pintura, sino por la sugestión. El fauno toca su siringa, quizás es el mismo “Pan”, al que evocaría Laforgue, en su encantadora narración. La siringa exhala extraños arabescos sobre una escala inusitada. Estos arabescos se condensan en motivos, El juego se convierte en una pasión. Las gradaciones están veladas, se sumergen en el bochorno mediodía o en la irrealidad del ensueño, antes de desplegarse realmente. Es posible que el “Prélude” traduzca al francés, el mundo sonoro de Wagner, siendo un comienzo y no una culminación, como podrían pensar algunos al pretender comparar al francés con el autor de la “Tetralogía”.

    Un Debussy transformado por el quehacer de Benno Sachs, músico encuadrado en las llamadas “Verein für Musikalische Privat aufführungen” (Sociedad de Actuaciones Privadas), fundada en Viena en el otoño de 1918, con la pretensión de servir de punto de conexión con los miembros de la escuela de Arnold Schönberg, especialmente entregados a la interpretación de obras recientes, convenientemente tratadas con respecto a la divulgación, aunque dentro de un ámbito de colaboradores interesados. Obras que abarcan desde G.Mahler, a Busoni, Bartok, Debussy, E. W.Korngold, Stravinski, Ravel, Reger, Richard Strauss, Satie o los íntimos Alban Berg y Webern, Rudolf Kolish, Erwin Stein y Eduard Steuermann. Schönberg, cabeza visible, delegaría funciones en otros profesionales de confianza, que representaría el llamado “Vortragsmeister”, especie de director de interpretación. Un objetivo innegociable, era esa voluntad meditada de acceder a públicos abiertos, para esas obras de nuevo cuño en cuanto a su novedad. Pero para mayor abundamiento, se hacía valer la inscripción que decía: Kritikern ist der Eintritt verbotten” (Prohibida la entrada a los críticos). Benno Sachs (1882-1968), tuvo formación musical con Zemlinsky, H.Gradener y R.Fuchs, además, lógicamente, de Schönberg y ejerció en el Teatro de la Ciudad de Salzburgo, en el de Landshut (Baviera) y en el Köninsberg, en Rusia. Fue parte activa como corrector de la “Universal Editions” y en 1924 y director invitado de la Volksoper Wien

    Mahler con la Sinfonía n º 4, en Sol M.”, según Klaus Simon, también en esa estirpe de la escuela citada, para un trabajo que se dio a conocer el 13 de mayo de 2017. Fundó la “Holst Sinfonietta und Opera Freiburg”, y tuvo como maestros a Aloys Kontarsky, Hans Zender y Johannes Kalitsky, en dirección. Abundan sus trabajos discográficos para “Naxos”, y tiene interés por autores como Hans Pfitzner, E.W.Korgold y Erwin Schulhoff. Estrenó la ópera “Kopernikus” de Claude Vivier. El añorado Pérez de Arteaga, dirá de esta sinfonía: “Compuesta durante el verano , como era habitual en el caso de Mahler, esta obra cierra el ciclo de sinfonías de gira alrededor de las “Canciones del Muchacho de la trompa mágica”, y fue concluida en 1900, en la residencia estival que el compositor se había hecho construir en Maiemmigg-am-Wörthersee, en Carintia.

    Junto con la “Primera”, ha sido siempre la más popular del autor por su sencillez de medios instrumentales (orquesta normal, suprimidos los trombones y tuba), su duración (que no sobrepasa los cuarenta y cinco o cincuenta minutos) y su mismo estilo, sin complicaciones filosóficas, con melodías fácilmente retenidas por el oído y soberana simplicidad armónica.”. Pero aproximémonos al “Finale”, en atención a la soprano. La recurrencia a la voz femenina, por tercera vez en el ciclo sinfónico, es una invención formidable: el contraste cread o por entre el texto cantado por la soprano de una parte y la evanescente (casi impresionista) instrumentación de otra, unido a todo a un “non tempo” final, letárgico “und ohne Ehde”, y sin fin, conforma una peculiar ambigüedad muy querida por Mahler y que volverá a reaparecer en algunos instantes de la “Octava Sinfonía”

    11 nov 2020 / 00:00
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