Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

El animal

    “VIVIR no es muy complicado, si puedes renacer después y cambiar varias cosas... las frivolidades y tanta estupidez. Mientes, tú mientes bien, cuando te tengo junto a mi... tú me das la razón... y quisiera decirte que prefiero estar sólo. Y el animal que yo llevo dentro no me ha dejado nunca ser feliz... Me roba todo, hasta el café... Me vuelve exclavo de mis pasiones, sin desistir jamás, y nunca espera... el animal que yo llevo dentro te ama a ti. Dentro de mi, chispas de fuego... y el agua que lo apagara. Si quieres ver como arde, espárcelo en el aire o déjalo en la tierra. Y el animal que yo llevo dentro te ama a ti...”.

    Mientras reflexionaba sentado mirando por la ventana de mi casa pensando en sobre qué escribir esta semana, no voy a confesar en que jardín pensaba meterme, sonó en mi móvil una canción de my playlist y cerré los ojos para escucharla. Se titula El animal, de Franco Batiatto, decidí escribirla, y la letra, sin repeticiones de estrofas, es la que habéis leído en las primeras líneas de este artículo.

    Me gustaría reflexionar con vosotros sobre ella, pero antes quisiera recordar, ya hablé de él en otro artículo, que Franco Batiatto era “un iniciado”, como lo soy yo y seguro que muchos de vosotros, es decir, una persona que durante su vida se dedicó a transitar el camino del conocimiento, del crecimiento interior y del desarrollo espiritual. Y que su música, sus letras, sus composiciones fueron, son, porque su obra trasciende a su muerte, su manera de ayudar a la Humanidad a elevar el nivel de consciencia, con “S”.

    Empieza la letra de la canción intentando que reflexionemos sobre todas las cosas sin sentido que hacemos a lo largo de nuestra vida, de todo eso que nos avergonzaríamos si nos parásemos a pensar de verdad en las razones reales y las repercusiones de cada uno de nuestros actos, de cada palabra indebida que sale de nuestra boca, de cada acción injusta que llevamos a cabo, por mucho que desde nuestra inconsciencia y nuestro ego busquemos las excusas necesarias para justificarnos.

    Y como él sabe la vergüenza que nos daría a todos si tuviéramos el tiempo y la tecnolo-gía como para poder, con tranquilidad a través de una pantalla, re-pasar y vernos desde afuera como actuamos cada día, nos dice con ternura, que siempre se puede cambiar... en esta vida o si no en la próxima, aludiendo a su creencia en la reencarnación, que nos daría la opción de redimirnos actuando mejor en nuestro siguiente paso por
    esta Tierra. No debería por supuesto servirnos este concepto para no aprender
    en esta vida y actuar lo mejor posible, ya que como sucedía en el colegio cuando
    todavía había sentido común, cuando se suspende un examen hay que repetirlo.

    Luego habla de cómo nos mentimos los unos a los otros, en pos de mantener el statu quo pactado y establecido que permite mantener una determinada, aunque insoportable muchas veces, paz existencial. Se refiere a las concesiones de todo tipo que hacemos a las personas con las que convivimos, pensando que así ellas van a sentirse bien y cómodas con respecto a nosotros, cuando la realidad es que muchas veces la otra persona prefiere realmente estar sola... y si no nos diera tanto miedo paradójicamente la soledad, reconoceríamos que nosotros también. Y así vamos muchas veces por la vida de nuestras relaciones íntimas. Mintiéndonos unos a otros para que el otro no se aleje y no tener que enfrentarnos a nuestro propio deseo de alejarnos.

    En la siguiente frase habla de ese animal que todos llevamos dentro, nos atrevamos a verlo o no, que no nos deja ser felices en sentido profundo. Y es verdad, aunque duela y cueste muchísimo reconocerlo. Ese animal es la mezcla de nuestras pasiones e impulsos incontrolables, que nos llaman a vivir de una manera diferente a la que lo hacemos, y esa voz interna que como un eco que se nutre de la razón, resuena en nuestro interior diciendo que no hagamos lo que sentimos.

    Y en ese diálogo interno e íntimo estamos atrapados muchas veces, provocando que a pesar de que todo lo aparentemente importante en nuestra vida esté bien, el animal que llevamos dentro no deje de sentir, aunque lo que sienta no vaya en la dirección de lo correctamente establecido. Nos roba hasta el disfrute de los momentos más simples de la existencia, representados en la canción por el café.

    Y después habla de los cuatro elementos de la Naturaleza, de las energías arquetípicas que tienen su efecto en nuestro ser, nuestra conciencia y la forma de entender el mundo: agua, fuego, tierra y aire, diciendo “dentro de mi chispas de fuego y el agua que lo apagará, si quieres ver cómo arde, espárcelo en el aire o déjalo en la tierra”... Queriendo expresar que eso que tenemos dentro, eso que íntimamente sentimos y que jamás confesaríamos, incluso a veces ni a nosotros mismos, está presente en todo momento y nos acompaña, queramos o no, siendo conscientes o no, en nuestro permanente diálogo con nosotros mismos a lo largo de nuestra vida.

    Reconozco que este artículo no es fácil de comprender y que algunos o muchos no entenderán nada, porque decidieron encerrar a su animal en una cámara sellada, incluso antes de que supieran que existía. Así que si por mi culpa, de repente, el animal se les revela y se les hace presente en contra de su voluntad, les pido perdón por ello, pero he querido darle permiso al animal que yo llevo dentro y que no me ha dejado nunca ser feliz, que se muestre y se exprese para aquellos que también son capaces de sentir al suyo y viven en permanente diálogo con él. ¡No estamos solos!

    18 dic 2022 / 01:00
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
    Tema marcado como favorito