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El Camino como fuente
de salud física y mental

Médico especialista en Medicina Integral y Psicosomática

No hay duda de que emprender el camino de Santiago sana tanto a la mente como al cuerpo. Las motivaciones que cada uno tiene son diferentes y personales, pero es una realidad que la persona que emprendió el Camino y la que regresa ya no son la misma. Será por eso por lo que muchas personas dicen “el Camino me cambió la vida”.

La manera de ver la vida, de sentirla, las cosas que valoraban antes del Camino han cambiado y, ahora, se valoran cosas que antes les pasaban desapercibidas.

Recuerdo cuando lo terminé y llegué a Santiago, sentí una emoción que nunca había experimentado. Es algo que no se puede explicar con palabras, hay que vivirlo. Uno quiere que la sensación de bienestar y paz interior se mantenga en el tiempo.

Pero ¿qué hace que la persona se sienta diferente después del Camino?

Por un lado, caminar tantos días por la naturaleza, atravesar bosques, caminar por senderos que bordean arroyos, ríos, cascadas, pasar bajo la sombra de los árboles o continuar el camino por la playa, entre otros. Son lugares que despiertan en nosotros maravillosas sensaciones.

La razón no se debe solamente a lo espectacular que puede resultar el paisaje, como el salto de agua, el murmullo del arroyo que pasa bajo el puente de madera... sino también a que todos esos lugares están repletos de iones negativos, esas pequeñísimas moléculas sin olor, insípidas que inhalamos en abundancia con cada respiración. Estos iones negativos facilitan la oxigenación, desintoxicación, regeneración del organismo, etc. En una atmosfera cargada de estos iones, nuestro aparato respiratorio, digestivo, sistema nervioso e inmunológico funcionarán mejor.

Una persona me comentaba en la consulta que, durante el Camino, su tensión arterial iba normalizándose día a día; que, aunque era alérgico, no había necesitado tomar inhaladores y el goteo nasal casi había desaparecido. Tampoco necesitaba los ansiolíticos ya que se encontraba mucho más relajado. Además, descubrió que dormir bajo las estrellas había sido el mejor somnífero que había probado nunca.

Decía Pilates que “el movimiento cura”, y si el caminar es movimiento y si se hace a un ritmo sostenido, resulta ser un excelente ejercicio, además, de que produce liberación de endorfinas en el cerebro que van a reducir el cortisol, la hormona del estrés.

Una buena bocanada de iones negativos aumenta los niveles de serotonina, la hormona de la alegría que mejora el estado de ánimo, y será de gran ayuda para luchar contra la ansiedad y la depresión. La mente está más despejada, aumenta la creatividad y nos llenamos de energía.

De ahí que cuando una persona está deprimida se le invite a salir a pasear al aire libre, por la naturaleza. Cuando vuelve a casa, trae una carga de iones negativos muy beneficiosos para su salud.

En muchos momentos las personas van caminando solas y sin apenas darse cuenta, y poco a poco, empiezan a fijarse en su entorno. Van dejando de estar centrados en el pasado o de estar constantemente planificando el futuro. Esta forma de vivir la vida nos aleja del presente y nos priva de disfrutar de cada momento.

Durante el camino empiezan a vivir cada vez más el momento presente, es una manera de meditar. El Camino de Santiago es un camino de meditación.

Por otra parte, el Camino regala tiempo para poder poner en orden nuestros pensamientos. Tiempo para dedicarlo a nosotros mismos y reforzar nuestro bienestar físico y mental.

El Camino termina siendo terapéutico, y se convierte en una verdadera fuente de salud física y mental, ¡vale la pena probarlo!

25 jul 2022 / 01:30
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