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El castigo de la quinta ola

    LOS españoles estamos inmersos en una quinta ola de la pandemia que, de forma semejante a las anteriores, tiene su origen en las imprudencias de unos pocos, y en la falta de atención a los consejos que los expertos nos venían dando desde hace tiempo, como continuar con el uso de las mascarillas, controlar las fronteras y los aeropuertos, impedir concentraciones multitudinarias, mantener e incrementar los cribados, y mejorar el sistema de rastreo.

    Sorprende que en España se relajaran las medidas cuando teníamos una incidencia superior a otros países europeos que son ahora la envidia de los españoles. Es el caso de Italia, Francia, Alemania, Grecia o Malta, entre otros. Precisamente nosotros, que necesitábamos una situación sanitaria mejor para atraer ese turismo del que tanto depende nuestra economía, somos los que menos precauciones hemos implementado; y ahora vemos cómo volverán a ser castigados los de siempre: los hosteleros; independientemente de los cuidados e incluso de las inversiones que han realizado para preservar la salubridad de sus locales.

    Es difícil entender que no mostremos un mayor reparo, o algo de orgullo patrio, cuando vemos cómo diferentes países nos señalan, ola tras ola, como destino no seguro. Ahora se espera a ver cómo evolucionará la situación en hospitales y UCI, como si no se estuviera viendo ya que los jóvenes también están siendo hospitalizados. Más aún, se ha advertido por activa y por pasiva que las secuelas persistentes incluso en el caso de adolescentes asintomáticos empiezan a evidenciarse, y que si antes no se tuvo noticia de ellas era porque no estaban tan expuestos al virus y, en consecuencia, no se contagiaban tanto como ahora.

    También denuncian nuestros sanitarios que la atención primaria está desbordada; pero tampoco ahí se toman medidas. Las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado no son suficientes para frenar los comportamientos incívicos e insolidarios que están contribuyendo al actual descontrol de la pandemia.

    Desde el Ejecutivo se siguen transmitiendo mensajes equívocos, como ocurrió con las mascarillas, con las variantes del virus, e incluso con las vacunas. Fíjense que hace unos días nos decía Fernando Simón que la más contagiosa variante Delta circulaba “poco” en España, sin que se tomaran medidas frente a una propagación que se ha hecho viral. También se aplaudió antes de tiempo el ritmo de vacunación; y se hizo creer a los vacunados que estaban inmunizados frente al bicho, cuando ahora el propio Simón por fin reconoce que también los inoculados se contagian e incluso ingresan en unidades de hospitalización. Así pues, ni jóvenes ni vacunados; lo que toca es seguir siendo cuidadosos, y evitar hacer el ridículo a costa de la salud y hasta de nuestra maltrecha economía.

    17 jul 2021 / 01:00
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