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El Dios-idea y Charlie-Hebdo

    LA Navidad nos devuelve a Dios, al
    real y al Dios-idea. Se parece ya a esos días dedicados a algo por Unesco: a los museos, a la infancia, a Dios. Hablamos de creer en Dios cuando tenemos una firme convicción de su existencia que, aunque involucre al sentimiento, remite siempre a una idea. Pero sólo podemos creer en un Dios-idea como rasgo adquirido del modo de ser, esa máscara funcional para desenvolvernos desde niños que nunca coincide con nuestra verdadera naturaleza, distorsionada por imperativos sociales.

    La creencia en Dios se recibe pasivamente, es un traje hecho a medida de la tradición social que vestimos desde niños. El sentimiento real de Dios no es pasivo, nace desde dentro, y es un rasgo espiritual distinto del reflejo sentimental que evoca la idea de Dios. Por ejemplo del fanatismo bélico del patriarca ortodoxo de Moscú. Estas gentes animan a matar pero se indignan como beatas galdosianas por la más inocente blasfemia. Ésta podrá ser socialmente desconsiderada y maleducada pero no puede ofender a Dios, que no se confunde con su representación y no puede ser dañado. Sólo el Dios-idea es vulnerable.

    Quien esto sabe no reacciona a la blasfemia al modo islamista, ni siquiera como hijo a cuya madre insultan. Sabe que Dios no se confunde con las formas que la sociedad le sugiere pues es innombrable e informe al no ser un Dios-idea, un constructo social. No se puede dañar a Dios a través de sus formas pues su ser no nace de una evidencia compartida de cualidades positivas proyectadas al misterio del mundo por egos que anhelan buenas experiencias particulares, sino que es informe e inasible y solo puede definirse por lo que no es y al que sólo se puede llegar desde el corazón y la intuición, lejos del mero moralismo.

    Las gentes que saben mucho de Dios nada saben de su ser real –como usted o como yo–, pero son expertos en ideas sobre Dios, mientras que, ignorantes, nosotros solo sabemos que Dios no es un constructo mental que pueda vestirse con ropas de protector comunitario u otra cosa. Los dioses mentales son celosos, vengativo, incluso asesinos de niños como el del patriarca de Moscú. Pero Dios no es una idea y apenas el sentimiento permite vislumbrar su destello en el fondo del corazón, muy lejos del brutal Dios-idea del Patriarca y sus certezas forzosas y gobernadas.

    10 ene 2023 / 01:00
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