El ejercicio de pensar
EL escritor más vital, divertido y extraordinario de la historia, Robert L.Stevenson, decía que lo difícil no es escribir, lo difícil es qué escribir. Y nuestro más grande poeta, Juan Ramón Jiménez, proclamó: “Nada importa contradecirse, el pensamiento, como el amor, y la vida toda, no es un fin sino un ejercicio maravilloso”. Un ejercicio, queridos lectores, que intento plasmar en palabras en esta columna de opinión.
Algunos amigos me han interpelado estos días: “Alfonsiño, que das bandazos”, “que te contradices”... Pues bien, siguiendo la proclama del poeta, les contesto que nada importa, y que, en efecto, el ejercicio de pensar y poner el pensamiento por escrito corre el riesgo de esa percepción “contradictoria” en algunos lectores. No amigos, ni doy bandazos ni me contradigo: publico con honradez lo que pienso.
Porque no hay nada en la realidad de una sola tonalidad, todo tiene luces y sombras. Cuento mi interpretación, con plena libertad, de lo que veo y oigo a mi alrededor, sin ataduras ni orejeras. Como cualquiera tengo mi ideología, pero, quizá, por deformación profesional, no me impide dar a cada uno lo suyo, reconocer éxitos y fracasos, explicar lo bueno y lo malo que entiendo hay en las acciones.
Tal como una ciudad parece distinta desde el ángulo en el que se mire, multiplicada por cada nueva perspectiva, de modo que cada una tiene un número infinito de posibilidades, hay tantos mundos distintos que solo son las perspectivas de uno solo.
A veces me gustaría asumir como propias las palabras de Emilio Gavilanes, geólogo y experto en lexicografía, que ha preparado la edición de la obra Luciérnagas, del escritor gallego de la generación del 98 Camilo Bargiela.
Igual que en los bazares se puede encontrar todo tipo de objetos, en el libro de Gavilanes Bazar (La Discreta, 2020), podemos hallar textos como éste: “No tengo ideas políticas. Solo tengo ideas morales. No sé lo que va a ser bueno en política (que eso es la esencia de la política), que es lo mejor para un país (para el futuro de un país). Sé si ha sido bueno o no. La política es una especie de ética social, y alguien como yo, que tiene miedo a las manifestaciones y a las muchedumbres, ahí se encuentra perdido. ¿Qué es bueno para todos? Pf. ni idea”.