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El engaño del precio de la luz

    PEDRO Sánchez debe creer que los españoles no discurren, se les puede engañar con dos de pipas. El Gobierno anuncia a bombo y platillo que meterá mano a las eléctricas dejándolas sin 2.700 millones de sus beneficios, asegura que a final de año los españoles pagarán lo mismo que en 2018, y dice que el control de la factura eléctrica se mantendrá hasta el mes de abril. Redoble de tambores, repique de campanas y alabemos todos al Gobierno.

    La triste realidad: el PSOE y Podemos en el año 2018 pusieron el grito en el cielo por el alto coste de la luz, así que la promesa no es como para dar saltos de alegría. Segundo, el precio del megavatio volvió a subir nada más anunciar el decreto ley y no hay garantía de frenada, así que no es fácil que se cumplan las expectativas previstas para finales de diciembre.

    Estamos ante un gran engaño, el de un bondadoso presidente que nos baja el recibo de la luz: las medidas tienen fe-
    cha de caducidad, lo que significa que en abril
    habrá que pagar lo que no hemos pagado en los meses transcurridos hasta entonces.

    Más: promete el Gobierno un suministro mínimo vital, pero es imposible que, como el salario mínimo, llegue a todas las familias necesitadas. Que no son solo los pobres de solemnidad, sino la mayoría de los españoles que se creían de clase media y que hoy no llegan ni a mediados de mes.

    Porque el coste energético no solo lo recoge el recibo de la luz, sino que han subido todos los productos. Como Pedro Sánchez no va al mercado, no sabe cómo está la cesta de la compra.

    Se preocupa el Gobierno por las familias más vulnerables, o dice que
    se preocupa, pero nada dice de las pymes, crujidas hoy por el incremento de la factura energética que se suma a la subida del salario mínimo, lo que les puede obligar a prescindir de parte de sus trabajadores –más paroH o al cierre.

    Sánchez confiaba en que la recuperación económica, más el apoyo incondicional de Podemos tras la aceptación de algunas de sus exigencias –ahora el salario mínimo y más adelante reformas de tipo laboral, o la ley de vivienda que limita el precio de los alquileres–, más las negociaciones con ERC que pretende prolongar durante dos años para apaciguar el independentismo, más la presidencia de turno de la UE que coincidirá con la fecha electoral –si no se adelanta–, le aseguraba la continuidad en Moncloa. Pero... la subida del precio energético se ha cruzado en su camino, que creía victorioso.

    Lo intenta neutralizar con promesas falaces, pero los ciudadanos ya no tragan. Y además aún está por ver la reacción de las eléctricas. Que, a lo mejor, presentan recurso ante las instancias judiciales y Sánchez, una vez más, queda a expensas de lo que decidan los tribunales.

    16 sep 2021 / 01:00
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